En el área de la medicina se utiliza la palabra "lesión" para describir una patología en la morfología humana que puede ser interna y/o externa, a esto se debe que se emplee con mayor frecuencia en el mundo deportivo pues las exigencias de los ejercicios y actividades físicas son más propensas a sufrir estas patologías.
A lo largo de este artículo aprenderás los tipos de lesiones que una persona pueda tener dentro o fuera de una práctica deportiva. Además tendrás a la mano una lista de las lesiones más comunes según el tejido afectado y su gravedad.
Definición: ¿Qué son las lesiones o heridas?
Las lesiones pueden ser cortes, golpes, contracturas musculares, roturas de ligamentos y fracturas. Cualquier eventualidad en la estructura corporal que afecte su funcionamiento e integridad.
Y aunque la palabra suele estar asociada con los ejercicios físicos y el deporte, en realidad cualquier persona puede sufrir una lesión que requiera reposo, tratamiento con fármacos, fisioterapia y posibles terapias alternativas para una buena recuperación.
¿Qué tipos de lesiones y heridas podemos sufrir?
Existen una gran variedad de accidentes domésticos por los cuales se produce una lesión, ejemplos de ello puede ser quemaduras mientras cocinamos. En un campo de fútbol, una lesión puede ser un esguince en el tobillo o la rodilla. Siempre que la patología no esté vinculada a una enfermedad degenerativa, puede ser denominada como lesión.
Según el tejido afectado:
Las lesiones más frecuentes son las de tejidos blandos ¿Cuáles son estos? Músculos, ligamentos, piel y tendones. Las lesiones son más probables en las articulaciones por el desgaste natural de su movimiento y por enfermedades como la artritis, que afecta su estructura y puede generar lesiones asociadas.
Lesiones musculares
Si no lo sabías, el cuerpo humano tiene más de 600 músculos y cualquiera de ellos puede sufrir una lesión. Incluso el corazón, que también es un músculo, puede detenerse a causa de un infarto si el paciente sufre de alguna cardiopatía y no ha tenido los cuidados debidos.
Revisa los tres grupos de lesiones posibles en un músculo:
- Contracturas: Es la contracción involuntaria del músculo y a la vez es la imposibilidad de regresar a su estado de relajación habitual. Consiste en el agrupamiento irregular de las fibras musculares y se debe a varias razones clínicas, entre ellas fatiga muscular, poca nutrición de sus fibras y baja circulación sanguínea que deteriora el funcionamiento natural de los músculos.
- Elongaciones: Es el estiramiento excesivo de las fibras musculares que genera irritación e inflamación en ellas. El sedentarismo es la principal razón de una elongación porque el músculo no está preparado para ser estirado en exceso, y esto puede ocurrir en casa, en el trabajo y al hacer una práctica deportiva si no se realiza un buen calentamiento. En una elongación severa hay micro fisuras de las fibras musculares.
- Desgarros: Es la lesión más grave que pueda tener un músculo, además de los cortes por cuerpos extraños. Se trata de una rotura parcial o total de las fibras que componen el músculo y se presenta de tres formas: dolor en la fase de contracción, aparición de moretones ante golpes y roturas, y la presencia de inflamación por la rotura de varias fibras y hasta del músculo en su totalidad.
Lesiones tendinosas
Los tendones son tejidos resistentes, duros y poco flexibles. Estas cualidades le permiten transmitir mejor la energía que emiten los músculos hacia los huesos y las articulaciones ¿Qué efecto tienen en el cuerpo? Permiten la movilidad.
Las lesiones en los tendones se dividen en tres tipos, según su gravedad en el daño:
- Tendinitis: Se trata de la irritación e inflamación del cuerpo tendinoso debido al exceso de tensión en ellos. Como son cuerpos altamente resistentes, se trata de lesiones comunes en el deporte y no por actividades del hogar o laboral. Cuando se habla de una tendinitis, se habla de una leve inflamación y su recuperación va a depender del reposo y el tratamiento traumatológico.
- Tendinosis: Cuando la inflamación e irritación inicial no se abordan a tiempo, el cuerpo tendinoso se debilita demasiado y puede generar micro fisuras y roturas en algunas de sus fibras. A este nivel el dolor es más intenso y expandido en las articulaciones, donde suelen dañarse los tendones por la sobrecarga de tensión en ellos ¿Has escuchado hablar del tendón de Aquiles y el tendón rotuliano? Son los más propensos a inflamarse en los deportes.
- Desgarros: Al igual que en los músculos, un desgarro es posible en los tendones y cuando ocurre es necesaria una cirugía abierta o mediante artroscopia para reparar el daño. Este desgarro es parcial y total, en ambos casos se procede a hacer cortes en los tendones para intentar volverlos a unir y pasar de inmediato a un proceso de fisioterapia en el que el cuerpo se acostumbra de a poco a la movilidad y la práctica deportiva.
Lesiones articulares
Aunque te parezca exagerado, el cuerpo humano tiene 360 articulaciones. Pero solo una cuarta parte de ellas tendrán lesiones a lo largo de tu existencia ¿Cuáles son las lesiones articulares más frecuentes? Las de las extremidades superiores e inferiores.
Revisa los tipos de lesiones que puede tener tu cuerpo, más cuando se practica alguna actividad deportiva:
- Esguinces: Esta lesión ocurre a raíz de un estiramiento excesivo de los ligamentos, con frecuencia durante torceduras. Tanto en el trabajo como en el hogar, más de un 50% de los esguinces ocurren en los tobillos y las rodillas debido a malas pisadas, caídas y enfermedades degenerativas que alteran el funcionamiento de las articulaciones. Los esguinces tienen tres grados, en el último se rompe por completo el ligamento conectivo y requiere de una intervención quirúrgica.
- Luxaciones: También llamadas dislocaciones. Estas se producen cuando uno o varios huesos que integran las articulaciones se salen de su sitio. Si el desplazamiento es parcial hablamos de una subluxación y cuando el desplazamiento es total se habla de luxación en sí, en este caso se nota una deformación articular. El dolor es intenso y localizado, la única solución es ubicar de nuevo el hueso de forma manual en su sitio habitual.
- Bursitis: Es la irritación e inflamación de la bursa, una especie de almohadilla amortiguadora que está dentro de las articulaciones y protege los huesos de los roces y golpes. Cuando la bursa se inflama es preciso aplicar un drenaje para retirar el exceso de líquido en ella. Cuando los tejidos blandos se debilitan a causa de desgastes, lesiones y enfermedades, las bursas reciben una mayor tensión y aumenta el riesgo de inflamaciones.
- Artritis: Está asociada a fallas reumáticas en el organismo. Es una enfermedad degenerativa y progresiva. No es posible dar marcha atrás a una artritis, pero es posible hacer más lento su avance con ejercicios de movilidad articular y fisioterapia, siempre que esté indicada por un traumatólogo y ejecutada por un fisioterapeuta. Solo en Estados Unidos, más de 50 millones de personas sufren de artritis.
- Artrosis: Está asociada a lesiones constantes y graves en las articulaciones. Las lesiones que terminan en artrosis son producto de la práctica deportiva sin control, sin buena técnica, y por el desgaste que el ejercicio genera en los músculos, tendones y ligamentos en el área articular. Los hombros, la cadera, los codos, las rodillas y los tobillos son las articulaciones que más sufren en las disciplinas deportivas.
- Dolor articular generalizado: Es una forma de clasificar las dolencias en las articulaciones que no están dentro de las lesiones anteriores. Un simple cansancio generalizado y la fatiga muscular son suficientes razones para que una articulación duela. Quizás un día debiste subir 10 pisos de un edificio, ya eso supone que tendrás alguna molestia en la rodilla.
Lesiones óseas
El cuerpo humano tiene en total 206 huesos y la gran mayoría de ellos no se romperá a menos que constantemente lleves a tu cuerpo al extremo a través de prácticas y ejercicios sin control alguno.
Te mostraremos las lesiones más frecuentes en los huesos. Ten en cuenta que las extremidades sufren más que el resto del cuerpo:
- Periostitis: El periostio es una membrana que cubre toda la superficie ósea y lo curioso de ella es que las lesiones suelen aparecer en los huesos más largos de las extremidades, en especial en la tibia. Cuando las manos y las piernas reciben un fuerte y seco golpe o cuando recibe golpes repetitivos, el periostio se inflama y genera un dolor agudo. Es probable que los constantes estiramientos de los tejidos tengan roces con el periostio y lo hagan inflamar, por eso es un mal frecuente en la tibia. Tener un buen reposo será suficiente para bajar el dolor.
- Fisuras: En realidad se trata de una fractura, pero en su mínima expresión porque solo se ven líneas en forma de “zigzag” que a menudo no generan dolores y solo pueden verse mediante radiografías. Los fuertes golpes ocasionan estas fracturas, así como enfermedades como la osteoporosis que debilita la estructura ósea hasta que se rompe en forma de fisuras. A este nivel no se requiere de cirugías, solo se procede a inmovilizar la extremidad afectada.
- Fracturas: Hay varias clasificaciones para determinar una fractura. Sin embargo, todas se resumen en si se trata de una fractura completa, cuando el hueso se rompe en dos o más trozos; cerrada, si el hueso se rompe por completo pero no sale de la piel ni afecta los tejidos internos; y abierta cuando los huesos rompen los músculos, ligamentos y tendones. En este último caso es preciso acudir a cirugía para reparar el daño en los tejidos blandos.
Según la gravedad:
Las lesiones tienen muchas formas de ser clasificadas, como si es una herida punzante, si es una lesión cerrada o si la superficie lesionada puede contaminarse al estar abierta. Según su característica podemos diferenciar una lesión en tres tipos fundamentales:
Lesiones leves
Es una lesión que solo va a afectar los tejidos blandos como los músculos, tendones y ligamentos. Pero los afecta al provocar dolores leves e inflamaciones. Generalmente son lesiones que se solucionan con el método PRICE, que son pasos para brindar primeros auxilios en caso de lesiones leves.
Una lesión leve puede ser una contractura muscular en la que se debe detener la actividad física y tener un reposo de varias horas hasta que el músculo se relaje. Otro ejemplo es la torcedura de un dedo cuando este se golpea contra una mesa o una silla, sientes dolor pero es algo pasajero. Cuando una lesión es leve no debe afectar tu movilidad durante más de 72 horas, de lo contrario pasa a ser una lesión grave.
Lesiones graves o agudas
Cuando una lesión supera las 72 horas de afectación en la movilidad corporal es considerada una lesión grave, puede que no se trate de una fractura múltiple, pero el solo hecho de alterar la vida diaria del paciente ya la hace una lesión severa y debe prestarse mucho atención.
A esta característica se suma el hecho de que la lesión ocurre por una eventualidad como accidentes en el hogar, accidentes laborales y accidentes deportivos. Es decir, que un accidente de este tipo se traduce en caídas, golpes, cortes y malas pisadas que harán que los tejidos trabajen hasta dañarse.
Los esguinces, los desplazamientos de discos, las luxaciones y las fracturas son consideradas lesiones graves porque ocurren ante un fuerte golpe, traumatismos repetitivos y como consecuencia del desgaste muscular. En el deporte aumenta la probabilidad de tener alguna lesión grave debido a accidentes en los entrenamientos y por no cumplir con un calentamiento adecuado antes de poner a prueba la estructura músculo-esquelética.
Lesiones crónicas
A diferencia de las lesiones graves que ocurren en el instante de una eventualidad, las lesiones crónicas son producto de un proceso avanzado y degenerativo que debilita el sistema músculo esquelético y que provoca daños a largo plazo.
La osteoporosis y la artritis son enfermedades que ocasionan un desgaste y debilitamiento en los huesos y articulaciones hasta que logran lesiones asociadas como esguinces y fracturas. Claro está que son lesiones que necesitan de un extenso y complejo proceso de recuperación, a menos que se trate de enfermedades degenerativas en las que no hay cura, pero es posible hacer lento su avance y tener una óptima calidad de vida.
En la práctica deportiva, una lesión crónica se debe al desgaste muscular y óseo por el constante esfuerzo durante años de entrenamiento. Por ejemplo, un proceso de artrosis que ataca las articulaciones en un boxeador por los constantes golpes recibidos en los hombros y codos, lo convierte en una lesión crónica.
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¿Qué terapias son las mejores para aliviar el dolor en lesiones?
Existen diferentes métodos poco invasivos para aliviar el dolor que son realmente efectivos y que podemos llevar a cabo prácticamente sin preocupaciones, pues cuentan con pocos efectos secundarios.
Vamos a ver aquellas terapias alternativas y no farmacológicas para ayudar a reducir los síntomas del dolor:
Terapia de frío y calor
También llamada terapia de contraste, esta consiste, en aplicarnos frío y calor alternativamente en la zona afectada, ya sea mediante agua o vapor, por conducción o por convección. El calor, por el que se debe empezar, salvo indicación profesional, se podrá soportar durante más tiempo que el frío.
Algunos recursos para realizar esta terapia son piscinas termales, duchas de contraste, uso de compresas mojadas a alta y baja temperatura o de elementos de frío y calor seco, como los sacos térmicos para microondas o las bolsas de gel frío.
Es un tratamiento adecuado siempre que tu dolor no sea agudo y no tengas heridas. Produce un gran confort en casos de enfermedades óseas o cuando nuestros músculos se han atrofiado por falta de nutrientes, dos casos en los que sentimos un dolor muy diferente pero con una solución idéntica.
Terapia de compresión
La compresión consiste en colocar los tejidos en su lugar y mantenerlos mediante el uso de elementos compresivos como bandas elásticas o, directamente, prendas de compresión. Con ello, la curación es más rápida y evitamos el dolor y otros inconvenientes causados por movilizar las zonas afectadas, ya que con la ropa de compresión conseguimos reducir la movilidad de nuestro cuerpo mediante la presión.
Es un tratamiento pensado para edemas, úlceras, para eliminar líquidos y para tratar las varices. Sin embargo, también resulta útil, en los grados más bajos, para tratar esguinces, torsión de ligamentos, contracturas musculares y otras lesiones así como en cualquier caso en el que la microcirculación esté siendo insuficiente.
Terapia de masaje
El masaje es ideal para tratar el dolor emocional y otras discordancias de este tipo. Ello se debe a que al aplicárnoslo nos relajamos y nos dejamos llevar. Quitamos el foco de problemas, olvidamos el estrés y disminuye la ansiedad, etc. Gracias a la cantidad de tipos de masaje que existen, por supuesto, también trabajamos sobre el dolor físico de nuestro cuerpo.
Con el paciente relajado se aplican movimientos de deslizamiento, amasamiento, compresión, fricción, vibración y percusión. Según estos movimientos y las zonas del cuerpo utilizadas para realizar el masaje podremos conseguir cuantiosos efectos.
Más o menos relacionados con el dolor, son la eliminación de nudos en nuestra musculatura y otros cambios tisulares, la recolocación de los tejidos y el componente relajante del masaje, hacen que muchos de los dolores que padecemos se suavice considerablemente.
Terapia de acupresión
Una manera no invasiva de reducir o aliviar los dolores es recibir sesiones de acupresión. Se basa en una terapia China en la que el protagonista de nuestro bienestar es el Chi interno. La terapia consiste en equilibrar el Chi para que este fluya y mantenga funcional y en buen estado cada uno de nuestros tejidos.
Hay unos puntos específicos de nuestro cuerpo que, al trabajar sobre ellos, guían la manipulación hasta ciertas zonas (en las que sentimos el dolor o las que se deben tratar, es decir, donde se ha sufrido un daño) para reducirlo o hacer que desaparezca.
Estos puntos están determinados, son muy exactos y cada cual requiere de un tipo de manipulación particular, aunque, por lo general, se debe aplicar presión más o menos fuerte y durante un período de tiempo en el punto meridiano. Dicho de un modo sencillo, presionamos una zona del cuerpo y, con ello se trata la zona adolorida o de la que emana el dolor.
Lo positivo de esta terapia es que no sólo trata dolores puramente lesivos, por ejemplo una luxación, sino que es beneficiosa para muchos otros como, dolor de muelas, de vísceras, de garganta y muchos otros. Además, tiene otros beneficios como la mejora de la calidad del sueño, elimina los mareos y los vértigos, reduce la fatiga, nos da equilibrio emocional, etc.
Crioterapia
La crioterapia hace uso del frío, generalmente por contacto directo o semidirecto con nuestra piel para tratar principalmente el dolor tras una lesión, ya sea de tipo deportivo, por una caída, golpe o cualquier otro accidente.
Es ideal porque conseguimos que se reduzca la inflamación de la zona contusionada (baja la temperatura y se ralentiza el flujo de sangre) al tiempo que disfrutamos de un suavísimo efecto anestésico (se afecta en la sensibilidad nerviosa), ambos esenciales para que nos duela menos. Por supuesto, existen muchos otros beneficios.
Este tratamiento se puede realizar de muchas maneras, desde lo más sencillo, doméstico, que consiste en coger hielo del congelador y ponerlo en un trapo para no colocarlo directamente en nuestro cuerpo hasta que nos apliquen aerosoles o nos introduzcamos en cabinas de frío. Tan importante es que se considera uno de los pasos del método de recuperación de lesiones RICE.
Termoterapia
En esta ocasión lo que aplicamos es calor para eliminar el dolor. Como es lógico, puedes sentirte contrariado puesto que el recurso usado es el opuesto a lo que acabamos de ver; y es cierto. Lo que ocurre es que la termoterapia es beneficiosa en el caso en el que tengamos un dolor crónico, recurrente o el que sentimos una vez ya pasado un buen tiempo tras una lesión (más de tres días). Esto es, se utiliza cuando el dolor que sentimos no es agudo.
El calor actúa como analgésico por lo que ya de por sí reduce el calor, y tiene efecto sedante. Pero, además, interactúa con nuestro organismo de otras maneras con las que también se logra reducir el dolor. Por ejemplo, ante una rigidez, un entumecimiento o contusión de un músculo, el calor ayuda a suavizarlos y con ello, se sufre menos dolor.
La aplicación es similar al de la crioterapia: compresas de calor, sacos térmicos para microondas, inmersiones en piscina, sesiones en sauna, etc. Hay que controlar la temperatura y el tiempo de exposición, además del propio hecho de decidir si aplicar el calor directamente en una zona o de manera más general.
Electroestimulación muscular (EMS)
La electroestimulación muscular o EMS, es una terapia que consiste en estimular las contracciones musculares mediante el uso de electricidad, de modo que se consiga un efecto de actividad e hipertrofia como en el gimnasio, pero sin la necesidad de ir a ningún centro deportivo. Lo que significa que puedes poner a trabajar tus músculos sin salir de casa.
Lo que se busca es una contracción limpia que simule la que se consigue al correr largas distancias, levantar mancuernas o hacer sentadillas. Sin embargo, el efecto no es el mismo por la sencilla razón de que al movernos y ejercitarnos, conseguimos una activación total del músculo, mientras que las descargas eléctricas de la EMS solo logran hacerlo en un porcentaje y no en la misma intensidad.
Sin embargo, hay pruebas médicas que respaldan unos resultados que si bien no son tan exagerados como el marketing los quiere vender, siguen siendo sumamente beneficiosos para la salud y brindan una alternativa para esos días en los que no se puede entrenar con regularidad.
Electroterapia
Esta es una técnica que busca alivio a dolores y algunas dolencias físicas mediante la aplicación de energía eléctrica y electromagnética, entre otras variantes, a través de la piel con el uso de almohadillas conductoras llamadas electrodos. Es un tipo de terapia muy segura y que debe ser aplicada por un fisioterapeuta especializado en la manipulación de electricidad para tratar algunas clases de dolencias.
Terapia de liberación miofascial
También conocida como inducción miofascial, esta terapia consiste en la aplicación de masajes manuales para tratar el acortamiento y la tensión que se genera en el tejido miofascial que conecta los músculos con los huesos y nervios. Para ello se utilizan diversas técnicas de masaje que se enfocan en los llamados puntos gatillo.
La terapia funciona gracias a que, al liberar toda la tensión acumulada en una zona del tejido miofascial, que es una de las principales causas de dolor, así como estirar los tejidos para que se relajen y la dolencia se diluya, generando alivio. Sin embargo, esta puede no ser una cura total para la lesión, ya que llegados a este punto es posible que el problema se haya vuelto crónico.
Esto es importante saberlo ya que en muchas ocasiones el dolor miofascial es simplemente una consecuencia de enfermedades degenerativas de los tejidos blandos o los nervios, por lo que la aplicación de esta terapia solo será útil para aliviar el dolor en momentos puntuales. Pacientes con problemas como el síndrome de dolor miofascial crónico por ejemplo, deberán acudir de forma continuada a su fisioterapeuta de confianza para aplicar los masajes de liberación con determinada regularidad.
Terapia de masaje de percusión
Los masajes de vibración o percusión son precisos, rítmicos y enérgicos golpes sobre el cuerpo para lograr alivio de algunos síntomas molestos cuando las fibras musculares se tensan, a menudo por una alta carga de trabajo sobre ellos y que ha dejado puntos gatillo en las fibras musculares.
Esta técnica es conocida desde hace cientos de años y se aplica con el dorso de las manos. Los fisioterapeutas profesionales suelen usar en la actualidad pistolas de masaje de percusión que ofrecen movimientos más efectivos y continuos. Entre algunos de sus beneficios, se encuentran aliviar el estrés, prevenir lesiones y mejorar el sistema circulatorio.
Aunque este es un producto para realizar auto masajes, es recomendable que las personas tengan un grado mínimo de conocimiento para saber usar las pistolas de masaje muscular y evitar dañar tejidos y partes del cuerpo como las articulaciones que no deben recibir los constantes golpes.
Terapia de puntos gatillo
Los puntos de dolor miofascial o puntos gatillo son nudos que se crean en los tejidos musculares más profundos, causando un intenso dolor. El dolor no siempre se manifiesta justo en la zona en la que se desarrolla el punto, sino que es este dolor es referido a zonas cercanas que aparentemente no parecen estar relacionadas. De hecho, se estima que más del 80% del dolor que causan se manifiesta en otras partes del cuerpo.
En este sentido puedes imaginarte que un punto de gatillo es parecido a una hernia discal, que puede aparecer en una vertebra específica de la columna, pero el dolor puede manifestarse en cualquier lugar de la espalda al estar conectada en su totalidad por una gran cantidad de nervios. Del mismo modo ocurre con el “trigger point” ya que el tejido miofascial se encuentra en todo el cuerpo y está conectado en su totalidad.
Método R.I.C.E
Método R.I.C.E es el primero y más sencillo de los protocolos de tratamiento de lesiones leves. Aparece en el ámbito deportivo para abordar accidentes que suponen lesiones agudas. Durante muchos años, se considera el más idóneo tanto por su rapidez como por los resultados que presenta.
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