- ¿Qué es el dolor articular y cómo identificarlo?
- Mejores productos para alivio del dolor en articulaciones
- ¿Cuáles son las causas de los dolores articulares?
- ¿Qué tipo de enfermedades pueden causar dolor e inflamación en las articulaciones?
- ¿Cuáles son los síntomas que nos hacen pensar que tenemos una lesión articular?
- ¿Cómo podemos aliviar el dolor en las articulaciones mediante terapias complementarias y no invasivas?
- ¿Cómo aplicar el método RICE paso a paso para reducir el dolor en las articulaciones?
- ¿Cómo prevenir futuros dolores articulares en codos, hombros y tobillos?
- ¿Por qué debemos evitar las pastillas e inyecciones para aliviar el dolor en las articulaciones?
El daño articular puede llegar a ser muy grave, básicamente por su repercusión a largo plazo. Tiene efectos a moderados o severos inmediatos y temporales y otros que aparecen con el tiempo pero no tienen solución, o al menos no de una forma sencilla ni cómoda. Es por ello que, entre otras cosas, el alivio del dolor en las articulaciones tiene tanta importancia.
Tanto si sientes molestias ahora, como si no es el caso, seguro que querrás estar informado sobre qué es el dolor articular, cómo cuidar nuestros huesos, cuáles pueden ser las causas de las molestias articulares, tanto enfermedades como otras circunstancias, qué síntomas se presentan, qué es bueno para el dolor de las articulaciones, cuáles son las terapias más efectivas y, por supuesto, cómo se aplican y ayudan a aliviar las molestias óseas.
¿Qué es el dolor articular y cómo identificarlo?
El dolor articular (artralgia) es una molestia que sentimos en las zonas articulares, que son las que unen huesos de gran tamaño en los puntos de flexión de nuestro cuerpo. Estas son cuello, hombros, codos, muñecas, dedos, cadera, rodilla, tobillos, etc.
Las molestias se pueden extender a lo largo de los huesos que conecta con las articulaciones y, del mismo modo, puede venir causados por un problema en otra zona que no sea la propia articulación (dolor irradiado), aunque es cierto que, esto último no es lo más habitual.
Por lo general, el dolor de las articulaciones es síntoma de un impacto sobre estas o por una patología que les afecta directamente. Sin embargo, hay ocasiones en las que el motivo es, cuando menos, extraarticular. Se acompaña de otros síntomas, algunos iguales y otros diferentes según la articulación afectada, y también sentimos diferente tipo de dolor según circunstancias.
Vamos a ver zona por zona para que puedas identificarlo fácilmente y conseguir el alivio de dolor en las articulaciones según tu cuadro sintomático:
Dolor articular en el cuello
Aunque es cierto que el dolor de cuello suele ser fruto de un problema tisular, no podemos olvidar que este también es una articulación, aunque un poco más especial.
Lo habitual es que los síntomas ocurran en la propia zona del cuello, pero considerando las vértebras, los discos y su unión con el resto de huesos, esta dolencia se puede expandir a zonas como la espalda (especialmente la zona alta, la parte superior de los brazos e incluso la cabeza). Quizás esa irradiación sea la manera más clara de identificar el dolor articular en las cervicales. Otro síntoma habitual es sentir un hormigueo en el brazo.
Es muy raro que esta dolencia se dé por causas ajenas, es decir, que venga dada como un dolor referido, aunque hay algunos casos, como es el de la meningitis. El cuello por su función, que es la de sostén de la cabeza, es normal que el dolor se produzca cada vez más conforme avanzamos en edad, pues hay un desgaste articular teniendo que mantener el mismo peso y realizar los mismos movimientos que cuando nuestras cervicales se encontraban en perfecto estado.
Dolor articular en hombros
Los hombros son una zona articular que no se suele sentir dolor referido. Esto significa que la situación desencadenante se ha dado en las propias articulaciones o en las proximidades, en zonas con efecto directo sobre estas.
Implican sobre todo molestia al levantar los brazos, tanto hacia adelante como hacia los lados, o al hacer ejercicios de calentamiento (hacer círculos con el hombro). Posiblemente en reposo o haciendo labores sencillas como escribir o atarte los zapatos, no notes dolor o sólo sientas una pequeña molestia.
Desgraciadamente, por la importancia que tiene esta articulación, un dolor severo en el hombro condiciona por completo la realización de muchas actividades cotidianas, aunque en otras no sea el caso. Por suerte, el dolor no suele ser agudo y es rarísimo que se dé por infecciones. Si no has sufrido un traumatismo grave, tampoco vas a notar una enorme hinchazón.
Dolor articular en codos
El dolor en los codos sí puede ser más complicado. Por lo general, los golpes en esta zona son leves, una molestia muy fuerte pero muy corta al mismo tiempo. Sin embargo, si me mantienen las molestias, el motivo puede ser que se haya producido un problema bastante desagradable, como la rotura de la bolsa del líquido sinovial del codo o la afectación a algún nervio.
También son frecuentes las infecciones en el codo, problemas nerviosos o padecimientos derivados del día a día como el codo de tenista, codo de golfista o de estudiante, los cuales, una vez diagnosticados en fase avanzada, no tienen curación.
Dolor articular en manos, dedos y muñecas
Los problemas en esta zona en general son muy abundantes y el dolor tiene diversas causas. Sin embargo, lo más notable para entender que tienes un problema de dolor en manos, dedos o muñecas es que tengas hormigueo, sientas cansancio o quemazón. Estos son síntomas que jamás debes pasar por alto, imposibles de malinterpretar.
Además, si tienes problemas óseos te vas a encontrar con rigidez y dificultad en el movimiento de las falanges de los dedos así como limitación al doblar la muñeca. Puede tener una causa lesiva, aunque lo habitual es que estos síntomas aparezcan con la edad debido a otras enfermedades, así como de alguna infección o por malos hábitos.
Dolor articular en la cadera
El dolor en la cadera resulta difícil de identificar debido a que esta está rodeada de otros huevos y, sobre todo, de mucho tejido, además de no ser una zona tan expuesta como el resto de articulaciones. La sensación es muy dolorosa, es difícil detectar exactamente la zona que nos duele, pero es evidente si el dolor que se presenta es claro, pues no existen muchos grupos articulares aquí.
Los síntomas principales son la dificultad de caminar e incluso estar de pie. El dolor es fuerte en cualquier posición, incluso punzante, y aparecen en otras zonas como puedan ser, las rodillas o las lumbares. Puede que incluso también se te hinchen los glúteos.
Dolor articular en rodillas
La articulación de la rodilla se desgasta por actividades repetitivas (laborales o por hacer deporte). También es muy común el desgaste del líquido sinovial por la edad. Por supuesto, un impacto puede tener consecuencias negativas pero no es lo más habitual, pues la rótula es grande y muy fuerte; es más lógico que se den problemas alrededor de la articulación.
Una manera clara de identificar el dolor de rodilla es que te sientas inestable al caminar o estar de pie. Además, según la circunstancia, existe dificultad en la flexión o extensión de la articulación de la rodilla. También es una zona que se calienta y enrojece fácilmente.
Normalmente es un dolor seco cuando estamos en reposo y muy punzante al flexionar, sobre todo si hemos estado durante largo tiempo sentados, obligándonos a cojear por leve que sea; hay mucha diferencia de dolor en reposo que en movimiento.
Dolor articular en tobillos y pies
Una dolencia muy común, pues todos los motivos que afectan al resto de articulaciones se pueden dar en los pies, causas comunes son infecciones, enfermedades, exceso de movilidad etc, y además, esguinces, luxaciones y otros problemas propios por ser los pies una zona con tanta carga.
La movilidad del pie suele ser difícil hacia uno y otro lado y es una de las zonas en la que la palpación es más efectiva a la hora de sentir el dolor, por lo que no debería dar lugar a error si queremos tener nuestro propio diagnóstico. También es muy común la inflamación del empeine así como su enrojecimiento.
Hay que vigilar, eso sí, el tipo de dolor, pues, al ser una zona tan delicada, un tratamiento adecuado y a tiempo es crucial para no dejar secuelas. Por supuesto, no nos olvidamos del típico dolor por gota, dado primeramente en el dedo gordo del pie y la molestia puede ir avanzando hasta prácticamente impedirnos andar. ¿La solución? Tratar esta enfermedad a la mayor brevedad y, de ser propicio a padecerla, ser preventivo.
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¿Cuáles son las causas de los dolores articulares?
Hay muchos motivos que pueden hacer que nos duelan las articulaciones más o menos temporalmente o que, si ya tenemos algún padecimiento, este se agrave. Lo bueno de todas las causas que vamos a ver a continuación tienen fácil solución.
Al dormir
No es lo más común que una articulación se sienta dolorida por dormir, esto es algo más propio de la musculatura. Obviamente, una postura de las llamadas "difíciles" sí va a hacer que nos duela absolutamente todo el cuerpo, huesos incluidos. En este caso, lo más común es el dolor en las muñecas.
Los casos en los que esto ocurre, es si se padece de artritis o artrosis, por el propio enfriamiento del hueso. La estimulación del sistema nervioso y la actuación de las glándulas suprarrenales son también responsable. Además, y muy importante, en el caso de la artritis reumatoide se relaciona con el cortisol, hormona ligada a los ciclos circadianos. También hay que decir que esto no es sólo algo propio de las articulaciones en sí (aparecen otros síntomas como inapetencia, insomnio, ansiedad, cansancio severo, etc).
Trata de dormir al menos 7 horas y realiza algunos estiramientos antes de acostarte; no es necesaria una gran sesión, sino simplemente acomodar tu cuerpo a la cama y poder entrar en sueño profundo lo más relajado posible.
Por malas posturas
Tanto al dormir como estando despiertos podemos someter nuestras articulaciones a una presión o mantenerlas en una postura que no es la natural. Por ejemplo, el cruzar las piernas, a veces ponemos la pierna que queda de sostén de puntillas, modificando la posición de los huesos de los dedos, del tobillo y de la rodilla.
También estar encorvados puede hacer que los discos intervertebrales se resientan y que las vértebras se vayan deformando, llegando a no encajar plenamente y produciéndose un evidente y lógico dolor al intentar cambiar de postura. Otras posturas mantenidas durante largos periodos de tiempo tendrían similares resultados, siendo el dolor el síntoma común en todos los casos.
Por estrés y causas emocionales
Como las posturas al dormir, el estrés y las emociones negativas no son un motivo muy habitual para tener dolor óseo. Vuelven, eso sí, a ser causantes de contracción, rigidez y falta de motilidad muscular.
Aún así, sí que hay que decir, y es muy importante, que el estrés puede llevar a que se den brotes de artritis (por exceso en la segregación de cortisol), algo que no se conoce y que, desgraciadamente, es uno de los motivos principales por los que se empieza a padecer esta enfermedad.
La solución, obviamente, pasa por buscar la raíz de ese desequilibrio emocional y ponerle solución tan pronto como sea posible; verás que todos los síntomas asociados van desapareciendo poco a poco.
Por ejercicio y esfuerzos intensos
Seguramente el motivo más evidente y dado por el que los huesos articulares se resienten es la realización de esfuerzos y ejercicios intensos. Dejar cae nuestro propio peso, sostener pesadas cargas del que estamos preparados, hacer trabajos repetitivos (por ejemplo, los de un trabajador en una cadena industrial) y este tipo de situaciones que, en un principio puede parecer inofensivas, terminan produciendo un desgaste articular que, de no cuidarlo, se vuelve severo e irreparable.
Lo ideal es conocer hasta dónde llega nuestro cuerpo y actuar en consecuencia. Además, debemos ser previsores y mantenernos en buen estado de forma aplicándonos calor a menudo, yendo a sesiones de osteopatía o fisioterapia, usando prendas que aporten sujeción y compresión, y por supuesto, manteniendo nuestros sistema músculo-esquelético en buen estado.
Por menopausia
Uno de los principales y más evidentes síntomas de la menopausia (y también de la premenopausia) es la debilitación de nuestra masa ósea porque dejamos de producir, de manera bastante brusca, la producción de estrógenos. Ello deriva en osteoporosis. Además, también es muy habitual coger algo de peso corporal. También por motivo hormonal, se inflaman las articulaciones en lo que se denomina como artritis reumatoide.
En este caso, contra el que no se puede luchar, sólo queda atacar los factores agravantes, tal como son el tabaquismo, el consumo de alcohol, el sobrepeso, una delgadez excesiva o una alimentación poco adecuada.
En el embarazo
El propio embarazo supone que nuestro cuerpo cambie y que perdamos capacidades físicas, por no hablar de los cambios hormonales, que nos afectan en muchísimos aspectos, y lógicamente también afecta a nuestras articulaciones.
El cambio principal es el aumento de la carga física que se produce, que puede ir de los 10 a los 15 kilogramos y que, en muchas ocasiones, sobrepasa con creces esta cifra. Todo nuestro cuerpo, incluidos los huesos, tienen que hacer un esfuerzo extra para soportar esta carga. En este caso sí es importante la predisposición genética, el padecimiento previo de enfermedades o el tener sobrepeso.
En el caso de las hormonas, saber que estas durante el embarazo producen debilidad tisular, incluyendo los ligamentos articulares, lo que deja más expuestas a las mujeres y cada acción de la vida cotidiana es más peligrosa de lo que sería de manera habitual.
Finalmente, indicar que la retención de líquidos también se relaciona con la dolencia articular y esta, por supuesto, es mucho mayor durante estos meses. Donde lo notarás más es en las muñecas, pero lo solución también es sencilla, pasando por el uso de una férula o muñequera de compresión.
Alimentación
Aunque pueda parecerte increíble, la dieta también va a afectar al dolor articular. Y no lo decimos precisamente por el sobrepeso (aunque también), que afecta claramente y en primer lugar a los tobillos. Hay ciertos alimentos que, por si mismos, hacen que nuestro cuerpo almacene toxinas, las cuales van a parar a todo tipo de sitios, provocando dolor articular tanto directo como irradiado.
Cambia tu aceite por un aceite de oliva virgen extra, aumenta el consumo de cítricos, toma mucho pescado azul y cereales integrales y elimina los alimentos que eleven los niveles de ácido úrico en sangre.
Poca movilidad
Aquí también incluiríamos el punto del embarazo, pues conforme este avanza la actividad de la mujer se va viendo reducida. Especialmente afectado es el anillo pélvico y, en los últimos meses de embarazo, los tobillos.
Pero no sólo el embarazo es causante de que te duelan los huesos, quizás el mayor causante es el sedentarismo. Permanecer mucho tiempo inmóvil, por ejemplo, teniendo un trabajo de oficina, o incluso de pie, como vigilante de seguridad, dormir demasiadas horas, no practicar deporte y cualquier otro ejemplo de poca actividad física y sedentarismo harán que tus articulaciones se vean resentidas.
¿Qué tipo de enfermedades pueden causar dolor e inflamación en las articulaciones?
Puesto que son varias las articulaciones que vamos a tratar, es evidente que serán muchas también, las enfermedades o patologías causantes de su dolencia.
El dolor articular prácticamente siempre es venido por un problema óseo, de ahí su nombre. Sin embargo, de manera indirecta, también puede venir dado por otros problemas que abordaremos para que puedas tener una idea más clara sobre tu origen.
Artritis
Esta enfermedad consiste en la inflamación de las articulaciones y es síntoma de distintas enfermedades (infecciones, gota, psoriasis, etc) y de problemas autoinmunes. Obviamente, esto hace que se pierda movilidad y los huesos choquen entre ellos, friccionándose, causando un intenso dolor. Llega al punto de la deformación y es habitual en los dedos de las manos.
Tanto tratar la causa como trabajar los síntomas son acciones necesarias para que esta desaparezca. Esto último incluye termoterapia y hacer ejercicios específicos para eliminar el dolor, así como otras acciones para mejorar el resto de síntomas y la propia enfermedad.
Artrosis u osteoartritis
En este caso, el problema radica en que la articulación se desgasta hasta el punto de lesionarse su cartílago. Esto implica dolor, rigidez y mala o nula funcionalidad. Es propia de la zona lumbar, las cervicales, del hombro y del dedo gordo del pie. La genética no es primordial pero sí existe cierta tendencia a su padecimiento si se padece en la familia. Además, evitar el sobrepeso, el sedentarismo y las malas posturas serán las pautas de prevención más fáciles y básicas.
Osteomielitis y otras infecciones
Se trata de una infección bacteriana causada en los huesos, aunque en otras pocas ocasiones son hongos u otros gérmenes los culpables. Se propagan, generalmente, con la facilidad de existir una úlcera o por la propia sangre. También otras infecciones, en este caso, víricas podrán hacernos sentir un dolor altamente desagradable, muy diferente del dolor de huesos que todos conocemos.
Este dolor se acompaña de otro síntomas propios de infecciones como sudoración excesiva, malestar, inquietud, escalofríos o fiebre. En este caso, resulta esencial tratar con medicamentos los patógenos que producen la infección (excepto en el caso de los virus, que no se ven afectados). También puede resultar necesaria la extirpación del tejido óseo dañado y realizar un injerto.
Esguinces
El esguince es la lesión de los ligamentos que rodean y cubren las articulaciones. El dolor en dicha articulación se produce porque este tejido se estira en exceso o bien porque se desgarra y llega a romperse total o parcialmente. Ocurre por las posturas antinaturales forzadas de cada zona, ya sea por caídas, golpes etc.
Habrá también hinchazón y rigidez ósea. Para esta situación, el método RICE, que veremos después, es el más indicado, resumiéndose en la aplicación de frío, reposo, compresión y elevación de la zona.
Fracturas
La fractura es, literalmente, la rotura de un hueso. Puede darse de manera directa por un impacto pero también ocurrir con el paso del tiempo debido a sobrecarga continuada y estrés del tejido óseo, que se va viendo debilitado.
En el caso de las articulaciones, el segundo motivo es el más habitual pero, por supuesto, también podemos fracturar algunos de los huesecillos articulares al lesionarnos, de manera que no debemos dejar de poner atención a la hora de practicar deporte o en el trabajo para evitar estos accidentes.
Luxación
La luxación es la separación de los huesos donde está la articulación sin que estos lleguen a romperse. De este modo, a pesar de estar en buen estado (si no ha ocurrido nada más), estos no se encuentran en su lugar.
Es un problema que, bien tratado, no genera efectos a la larga. Eso sí, se le debe tratar con importancia puesto que puede acompañarse de lesiones a otros tejidos e incluso a los nervios y vasos, que sí son más difíciles de curar. Además, la recurrencia es mayor una vez hayas sufrido una luxación en una articulación, de ahí la importancia de prevenir siempre.
Bursitis y gota
La bursa es una bolsa llena de líquido sinovial situada precisamente para que no friccionemos nuestros huesos, la bursa puede inflamarse en el proceso conocido como bursitis. Además, por el lógico movimiento, aparece más a menudo en las zonas articulares, que son las que más se usan.
Esta inflamación provoca dolor, enrojecimiento y producir rigidez. De entre los tipos, destaca la bursitis gotosa o gota por ser la más conocida al darse en el dedo primero de nuestro pie, aunque se extiende, como bien hemos comentado antes.
Sarcomas sinoviales
Son tumores malignos que pueden desarrollarse en la inmensa mayoría de tejidos blandos. El problema radica en cuando esto ocurre cerca de una zona articular o cuando el sarcoma aumenta demasiado de tamaño hasta afectarla. Desgraciadamente, el tratamiento de este problema es la cirugía. Así, cuanto antes sea detectado antes pondrás poner alivio al dolor articular y, por supuesto, dejarán de presionar el resto de zonas adyacentes.
Artropatía neurogénica
Esta es una enfermedad causada por una lesión en los nervios que impide que sintamos el dolor articular. Cualquier sobreesfuerzo y, por supuesto, enfermedades y lesiones pasan inadvertidas o pueden resultar de poca importancia, haciéndonos más y más daño cada vez hasta llegar a puntos en los que no haya marcha atrás, siendo esta situación la destrucción permanente de la articulación por simple deterioro.
Necrosis aséptica
Los huesos también tienen sangre en su interior y su ausencia, temporal o permanente, se conoce como necrosis aséptica. De por sí, es ya evidentemente grave puesto que el tejido óseo necesita sangre o muere. Sin embargo, cuando el proceso ocurre en una zona próxima a la articulación, su superficie suele colapsar produciendo un gran dolor.
Es muy importante prevenir esta patología, además de su gravedad, hace que el hueso afectado vaya sufriendo también de artrosis, en un proceso degenerativo. La administración elevada de corticoesteroides junto al tabaco y el alcohol, son los principales causantes de esta enfermedad.
Fiebre reumática
Es una enfermedad bastante extraña, es inflamatoria y propia de bacterias del grupo A, puede afectar a las articulaciones y al corazón. Este es uno de esos casos en los que decimos que un correcto y pronto diagnóstico es esencial, pues quién imaginaría que tener que estar aliviándote el dolor de las rodillas, por ejemplo, se deba a que tuviste una cuadro de estreptococos en la garganta.
Fibromialgia
Es una patología difícil de explicar en la que se da un cuadro sintomático múltiple y que ataca diferentes aspectos. En cualquier caso, como puedes imaginar, dos de ellos es el dolor generalizado y la sensibilidad al tacto, por supuesto, en las articulaciones entre otras zonas principales.
Esta no es una afectación peligrosa. pero resulta muy incómoda. La manera más efectiva que se conoce hasta la fecha para eliminarla es reducir el estrés para que no se cronifique. Suaves masajes así como aplicación de calor y realización de estiramientos menguarán los síntomas físicos.
Polimialgia reumática
En esta ocasión lo que se inflama no es el hueso ni la bursa sinovial, sino el revestimiento de la articulación. Esto produce un dolor muy intenso además de mantener en estado de rigidez parcial o incapacitante junto con los músculos de zonas como caderas, hombros o cuello.
La causa es desconocida. El tratamiento se da únicamente con corticoides, de manera que tratar los síntomas resulta esencial si no se quiere sufrir un cuadro sintomático severo. Se sabe que es más común en mujeres y que es más común a partir de los 55 años por norma general, por lo que este compuesto puede provocar efectos secundarios debido a la edad del afectado.
Tendinitis
Es un caso específico puesto que esta dolencia consiste en la inflamación de los tendones. Cierto que es si mueves una articulación cercana a un tejido dañado sentirás dolor, pero este no es articular. La excepción se da en el caso de que esta se cronifique y se sedimente calcio, afectando la zona articular tanto con dolor como con rigidez, debilidad y dificultad para mover el hombro u otra articulación.
Cáncer
Como las últimas dolencias, un cáncer no es el motivo habitual por el que nos pueda doler una articulación, pero lo cierto es que sigue siendo una causa y, por tanto, te la debemos dar a conocer, pues, de hecho, no es nimia. Hablaríamos, por supuesto, de ciertas circunstancias específicas como aquellas en las que la tumoración está en una zona cercana a la articulación, si se dan circunstancias para que se disemine a los huesos o en el caso de la leucemia, que es capaz de agrupar las células en los huesos articulares.
Lupus
De nuevo, estamos ante otra enfermedad cuyo síntoma principal no es la dolencia de las zonas articulares. Sin embargo, este sí se da en 9 de cada 10 persona que la padecen (National Resource Center on Lupus). Además, aunque el dolor articular no resulta el más común, en muchas ocasiones, es el primer síntoma en aparecer.
Enfermedades degenerativas o crónicas
Hay varias enfermedades tanto crónicas como degenerativas (la más destacable en este caso es la osteoartritis), además de las que ya hemos visto, que terminan teniendo como síntoma el dolor en alguna articulación. En estos casos lo esencial es diagnosticarlas a tiempo y, si se han cronificado, dar un buen cuidado en las zonas afectadas para aliviar el dolor en las articulaciones así como el resto de síntomas, de manera que puedas llevar un día a día normal.
¿Cuáles son los síntomas que nos hacen pensar que tenemos una lesión articular?
A pesar de que el daño articular suele tener síntomas muy parecidos, es importante conocer cuáles son de cara a poder realizar un mejor diagnóstico.
Tipos de síntomas más comunes
- Dolor: Ya hemos visto que el dolor se puede dar tanto agudo como crónico (este último en las enfermedades ya degenerativas o problemas mal curados). Aunque su intensidad, lógicamente, es diferente, lo habitual es que sea moderada o grave por el tipo de zona afectad, tan compleja en muchas ocasiones así como por el hecho de ser un punto de constante acción. También se puede irradiar según la propia patología sufrida y su gravedad. Como podrás imaginar, la dolencia articular, además de darse evidentemente por palpación es muy factible que se produzca en reposo o haciendo sencillos movimientos.
- Inflamación: Aparece por muchas de las causas de dolor articular, especialmente todas aquellas que tienen que ver con impactos así como con deformidad ósea. Aún así, sino es el caso, vas a poder notar la zona más dilatada de lo habitual simplemente porque los tendones se han desgarrado demasiado, por poner un ejemplo, y son los verdaderos causantes de la inflamación.
- Sensación de calor: Por el grave impacto y la inflamación puede que nuestro propio cuerpo se defienda elevando la temperatura de la zona. Es muy normal si tienes hinchazón pero no tanto si no es el caso.
- Enrojecimiento: El aumento de la temperatura trae consigo una coloración más viva de la piel, en general, enrojecida. También puede deberse esto a daños en los vasos capilares o a tejidos demasiado dañados. A mayor cambio en la coloración de la piel, más gravedad, sea cual sea el problema.
- Rigidez: La rigidez es habitual en enfermedades óseas más que en accidentes en sí. Sin embargo, también se puede dar en casos como luxaciones o cuando la inmovilización o el reposo son demasiado exagerados. Por supuesto, después de horas de no mover la zona también se sentirá rígida (y dolerá más).
- Reducción de movimiento: Tanto la naturaleza de tu problema como el dolor van a hacer que tu rango de movimiento se reduzca. Puede que prácticamente no lo notes o que siquiera puedas realizar acciones como levantar un brazo o rotar la muñeca.
- Inestabilidad articular: Obviamente, se dan casos en los que los ligamentos que sostienen los huesos articulares o la cápsula donde se encuentra están afectados. Si esto s así, es común que tu dolor esté acompañador de una hiperlaxitud adquirida que provoque que la estructura de tu articulación sea inestable.
- Otros: Ya hemos ido viendo en cada patología que hay algunos que son bastante específicos y que puede que sólo se den al padecer en una circunstancia particular. Eso sí, lo habitual en estas zonas difíciles es que el dolor venga dado con los síntomas que acabamos de listar.
Tipos de síntomas según la zona
Aunque la zona articular no es realmente importante a la hora de sentir dolor, puesto que este se muestra de manera bastante clara, sí debemos recordar que hay síntomas que se pueden dar en cualquiera de ellas y otros que son mucho más específicos de partes incluso únicas.
- En la rodilla: El dolor en la rodilla suele ser bastante seco si no se ha afectado la bursa o la cápsula articular así como las pequeñas partes articulares circundantes. En estos casos sí vamos a notar muy claramente un dolor que se identifica en la rodilla. Además, es una zona de fácil entumecimiento si se deja inmóvil durante demasiadas horas (curioso que dormir en posición fetal nos pueda causar un gran dolor aún sin padecer ningún problema) y se puede ver afectada por dolor irradiado.
- En el codo: Zona muy delicada al dolor punzante, con escozor, propensa a infecciones y síndromes por repetición y que, además, irradian su dolor a lo largo del brazo.
- En manos y muñecas: Sin duda es donde más evidente, a nivel visual, se puede comprobar la existencia de enfermedades y patologías óseas articulares. El daño no suele ser punzante pero sí incapacitante por el hecho de perder el control sobre las articulaciones pequeñas, de manera que no puedas hacer trabajos de precisión. Es normal que las manos se sientan demasiado cansadas, con hormigueos e incluso que ocurra sensación de quemazón aún en completo reposo.
- En hombros: El dolor de hombro no es especialmente doloroso si no se ha sufrido un gran impacto. Lo que sí resulta es limitante, disminuyendo considerablemente la amplitud de movimiento y, con ello, impidiendo que hagamos vida normal. Por el mismo motivo, es raro que se den otros síntomas como inflamación, calor, etc. pues tampoco es zona preferente para infecciones u otras afecciones más complicadas.
- En tobillos: El crujir en los tobillos es muy habitual cuando se padece algún problema en la zona. Esta es la más propensa a sufrir más cantidad de síntomas, desde la hinchazón hasta la rigidez, pasando por dolor agudo o crónico, punzadas, ardor, adormecimiento, dificultad para caminar e incluso la formación de moretones.
- En el cuello: Tener dolor articular en cervicales y alta espalda puede llevar, según la patología, a padecer, también, dolor de cabeza y muscular en espalda y hombros así como malestar generalizado y dificultad postural y para dormir. El dolor suele ser más agudo en esta zona si es fruto de una lesión puesto que los huesos son mucho más débiles y, en comparación con otros, tienen más carga, suponiendo un mayor desgaste. Es probable que se dé por daño nervioso.
- En la cadera: El dolor es fuerte, posiblemente punzante, mantenido en casi cualquier posición, pero resulta muy claro en el caso de ser de hueso. Se presentará dificultad para caminar, con cojera y, en general, para realizar movimiento de pelvis. Puedes notar dolor en tejidos cercanos por extensión e incluso remitirse fiebre.
¿Cómo podemos aliviar el dolor en las articulaciones mediante terapias complementarias y no invasivas?
A la hora de tratar los problemas en los huesos es importante tener muchísimo cuidado, pues estos son, aunque no lo parezca, muy débiles y un mal movimiento o una mala decisión pueden derivar en algo muy grave.
Terapia de frío y calor
Estudios realizados recientemente, recomiendan la inmersión de las articulaciones a bajas y altas temperaturas alternativamente, mejorando el dolor articular, especialmente a la hora de dormir, que es cuando se vuelve más evidente.
Sólo tienes que tener una bolsa de gel frío durante medio minuto sobre la articulación afectada y luego cambiar rápidamente por calor, para aplicar calor se recomienda el uso de sacos térmicos para microondas. Repitiendo hasta en cinco ocasiones antes de ir a la cama para que cuando te acuestes notes los efectos.
Esta terapia de contraste actúa reduciendo el dolor crónico o con foco, alimentando el tejido óseo y mejorando la flexibilidad capilar, favoreciendo la activación del sistema articular.
Termoterapia
Durante el embarazo huye de la terapia de contraste y cámbiala, simplemente, por la de calor. Esta terapia es muy sencilla y consiste, simplemente, en ponerte algo de calor en las zonas doloridas. Puedes hacerlo con paños húmedos, una bolsa de agua, una manta eléctrica, sacos térmicos o dándote baños de vapor.
El punto que debes considerar a la hora de usar la termoterapia es que está totalmente contraindicada para los procesos de dolor agudos. Esto significa que será útil aplicarla solo tiempo después de sufrir las lesiones (más de 72 horas), cuando se dé una cronificación o en casos de ciertas enfermedades.
Crioterapia
La crioterapia será efectiva siempre para aliviar el dolor en las articulaciones cuando el daño tiene un carácter agudo. Esto es, cuando acaba de producirse de manera inmediata (entre 24 y 72 horas), cuando se está dando un proceso inflamatorio.
Ponte frío con compresas frías, bolsas de gel frío o simplemente sumergiéndote enagua helada notarás mejoras inmediatas. No te pases ni con la baja temperatura y ni con el tiempo de exposición. A menos grados, menos tiempo debes someterte a esta terapia, pues puedes sufrir efectos secundarios como entumecimiento u otros.
Terapia de compresión
El uso de prendas de compresión para el dolor articular en ocasiones pueden ser beneficiosas sobre todo si sientes inestabilidad o debilidad, ya sea en las rodillas, tobillos o codos. Existen muchos tipos de prendas de compresión adecuados para estos casos, como las rodilleras, coderas o tobilleras compresivas.
Elegir bien la talla y el nivel de compresión es tarea indispensable para que este tipo de prendas haga efecto y nos ayude a mejorar nuestra dolencia. Si las prendas nos quedan demasiado apretadas nos cortarán la circulación sanguínea y si estas están excesivamente grandes no harán su efecto compresivo.
Terapia de masaje
Los masajes no son la mejor solución para aliviar el dolor en las articulaciones pero, por supuesto, sí pueden ayudar de varias maneras. Más que masaje, sobre todo en las primeras sesiones, hablaríamos de amasamiento suave de la zona, recolocación de los tejidos y relajación. De este modo se calma la inflamación al mejorar la circulación.
Terapia de acupresión
Son muchos los puntos que sirven para reducir el dolor de manera generalizada. En esta ocasión, queremos proponerte que te centres en la reflexología podal y manual, que no es más que la aplicación de la acupresión en los pies y en las manos.
- En los pies encuentras muchísimos puntos que te ayudarán a calmar el daño en las articulaciones como son el 1H y 1H del dedo 1, el 45E del dedo 2, la rama E entera del dedo 3, el punto 44VB del dedo 4 y el 67V del dedo 5.
- Para las manos, podemos aprovecharnos de las bondades de los puntos 1P del dedo 1, del 1IG del dedo 2, del 9MC del dedo 3, del 1TR del dedo 4 y los puntos 1ID y 9C del dedo 5.
Para realizar la terapia de acupresión solo hay que presionarlos de manera constante, haciendo círculos o friccionando los puntos según proceda en cada cual (estos conocimientos corresponden a un profesional de la materia).
Otras terapias alternativas efectivas
- Remedios naturales con uso de plantas: Una buena planta para hacerte una infusión y aliviar el dolor en las articulaciones es el jengibre fresco por ser un excelente antiinflamatorio. Si le sumas miel, veras que este efecto se multiplica por ser preventiva de la inflamación. Otros alimentos con esta propiedad son la cola de caballo, la cúrcuma o la linaza, Por otro lado, usa el romero en emplastes y en las inmersiones con agua caliente.
- Acupuntura: La terapia, como puedes imaginar, defiende la capacidad para reducir el dolor articular, aunque no lo hace de manera realmente específica. Hay puntos para reducir el dolor general y otros para los huesos. Un par son, por ejemplo, el hueso de determinación (detrás de a oreja) o el punto que hay justo en el centro de la cara posterior de la rodilla. En ellos se deben acoplar delgadas agujas en una sesión que irá incrementando el dolor a soportar conforme pase el tiempo a la vez que se trabaja en los puntos físicos específicos y en los meridianos.
- Osteopatía: Es un tratamiento parte de la fisioterapia específico para trabajar sobre los huesos, de manera que, en efecto, este ayudará cuantiosamente a aliviar el dolor de las articulaciones. Una sesión, y un tratamiento para ti, será personalizado prácticamente por completo, siempre buscando el equilibrio del cuero, que se ve como una totalidad. En este caso, hay que buscar a un experto en osteopatía estructural, que, además de aliviar los síntomas evidentes, subyacen buscando la causa raíz para lograr un alivio permanente.
¿Cómo aplicar el método RICE paso a paso para reducir el dolor en las articulaciones?
El método RICE es conocido mundialmente por ser el primer procedimiento de validez médica, se aplica para mejorar muchas de las situaciones que nos producen el dolor articular del que estamos hablando. Actualmente se ha modificado muy sutilmente pasando a denominarse método PRICE, que es el que te vamos a explicar.
Los pasos a seguir son los siguientes:
- Protección: Comienza por proteger la zona dolorida. Esto dependerá de lo ocurrido y del estado de la articulación. En ocasiones habrá, incluso, que encapsular artificialmente los elementos que la conforman para que se mantenga. También se incluyen aquí los limitantes e movimientos más sencillos y cualquier práctica que pueda protegernos hasta que un profesional dictamine las directrices a seguir.
- Descanso: Si hemos padecido algún problema recientemente se aconseja reposar. Eso sí, no debes hacerlo totalmente sino estarás favoreciendo la rigidez y el posterior dolor al actuar "en frío". Simplemente tenemos que tomarnos las cosas con más calma, evitar los excesos en la articulación afectada, cuidarla de la manera que corresponda según dicte tu médico y, siempre que sea posible, tomar descansos si realizas actividades de larga duración.
- Hielo: Es importante recalcar que el frío es sólo beneficioso para situaciones agudas porque es analgésico, actúa sobre los nervios, reduce el caudal de sangre, etc. De no ser esto lo que necesitamos, podemos hacernos más perjuicio que beneficio. Simplemente debes colocar algo frío en la articulación afectada y con ello conseguirás que remita la inflamación además de un efecto adormecedor, lo que hace que el daño aminore considerablemente.
- Compresión: Comprimiendo la zona controlamos edemas, hinchazón, inestabilidad y demás, De este modo, favorecemos que no se dé más dolor o que no se llegue a dar una impotencia funcional. Hay muchas técnicas conocidas y dependen, por supuesto, de la zona que se debe trabajar,
- Elevación: En tus momentos de descanso y, en general, siempre que te sea posible, mantén la articulación afectada por encima de la horizontal de tu corazón. De este modo, te aseguras de que no aumente la presión y, con ello, que no se vuelva a inflamar la zona o lo haga más de la cuenta, con todo lo que ello conlleva.
¿Cómo prevenir futuros dolores articulares en codos, hombros y tobillos?
La prevención es la mejor solución a un problema como este. Como hemos ido comentando, la dolencia de los huesos articulares no es una broma, es incidente, aguda, se puede cronificar, resulta muy incómoda y limita mucho nuestro día a día.
Conoce la siguiente lista para prevenir el dolor articular:
- Ropa compresiva: Utiliza complementos, ya sean prendas o vendas de compresión para comprimir las zonas que suelan tener dolor. De este modo, los tejidos se mantendrán firmes y se evitará la inestabilidad articular. Busca comodidad y amortiguación, usa una talla adecuada y tejidos acordes a la actividad que realices.
- Preparación para las actividades: Prepárate adecuadamente para cualquier actividad que vayas a realizar y que requiera de un esfuerzo articular. Puede ser deporte (trote, levantamiento de peso, etc) o simplemente tareas de repetición en el trabajo. Calienta, estira y activa tu cuerpo antes de comenzar con la actividad.
- Actividades deportivas acordes a nuestras capacidades: Padecer dolor articular no es motivo para dejar de practicar deporte. De hecho, este siempre es recomendado a no ser que te encuentres en una fase aguda y peligrosa. Lo que tienes que hacer es elegir esas actividades que son acordes a tus capacidades en cada momento y, conforme vayas mejorando, ir aumentando complejidad e intensidad. Además de no ser perjudicial si se hace bien, el ejercicio es beneficioso para aspectos como la rigidez, la mejora de la fuerza ósea o el propio alivio del dolor.
- Otras actividades: Por supuesto, no descuides el resto de actividades, desde tu propia profesión hasta las que se corresponden con tus hobbies. Pon especial atención a aquellas que son de repetición, pues son las que más van a desgastar parte o la totalidad de un saco, cápsula o zona de un hueso.
- Higiene y salud postural: Mucho cuidado con las posturas, todas importan. No sólo mires que andes con la espalda recta, hay mucho más. Desde la respiración hasta el movimiento de las piernas si estamos sentados muchas horas hasta pasando por la postura que cogemos al dormir o dónde apoyamos los brazos cuenta,
- Descanso: No abuses del concepto de descanso o reposo si te encuentras mal. Estos nunca deben ser totales a no ser que tengas una rotura o una patología de gravedad. Realiza tu día a día pero tomando cortos descansos para no sobrecargar las articulaciones cuando las estés usando continuamente. A la hora de reposar, no dudes, también, en utilizar los elementos necesarios, como almohadillas.
- Terapias de contraste y de calor preventivas: La terapia de frío y calor no sólo es adecuada para el momento en que sientes dolor Esta también se usa de modo preventivo con los mismos objetivos que ya hemos visto al explicarla. Lo mismo ocurre con el calor cuando estamos tratando, simplemente, de cuidar la zona, sin que exista un dolor agudo. Este nos libera de tensiones en las zonas articulares y en el resto de tejidos.
- Dieta: Tu dieta debe incluir vitaminas A, C y D, calcio y macronutrientes como la proteína. Toma agua y alimentos muy ricos en nutrientes y evita el alcohol. Alcachofas, zanahorias, pimientos, aceite de oliva virgen extra y cítricos no deben faltar en tu cocina. Si lo precisas, toma complementos multivitamínicos, de colágeno y ácido hialurónico, que ayudan a mejorar la estructura y la capacidad articular. Elige vegetales como el bambú, el jengibre, la cúrcuma etc. En cualquier caso, en conjunto con la práctica de ejercicio, evita el sobrepeso.
- Ejercicios de mantenimiento: Los hay de amplitud de movimiento, aeróbicos, de fortalecimiento y otras actividades que un profesional en fisioterapia o entrenador personal puede recomendarte de manera personalizada.
- Mantén una rutina sana: Duerme al menos 7 horas dentro de las horas nocturnas, disfruta de tiempo libre fuera de casa, dedícate tiempo para ti, ten contacto con la naturaleza etc. En definitiva, siéntete pleno siguiendo una rutina que mantengas y que sea sana y no merme tu salud.
- Reduce el estrés: El estrés es agravante de muchas dolencias, incluidas las óseas y, entre ellas, las articulares, ya lo hemos visto. Además, es culpable de otros problemas que pueden derivar en ello. Haz terapia psicológica, recibe masajes, haz ejercicios de yoga en casa, etc.
¿Por qué debemos evitar las pastillas e inyecciones para aliviar el dolor en las articulaciones?
Es cierto que buscar el dolor en las articulaciones a veces es apremiante, pues este puede llegar a ser realmente insoportable. En ocasiones se recurre, incluso a inyecciones para reducir el dolor. Sin embargo, no podemos estar más en contra de estas prácticas.
Ya hemos visto que hay otras maneras de reducir el dolor articular que no requieren de fármacos, por lo que siempre defendemos que dejemos el consumo de estos fármacos para tratar las enfermedades y otros síntomas mucho más severos.
Además, cualquier fármaco tiene efectos secundarios, algo que, sin duda, nadie desea en su organismo. Pero ya hemos visto que, en el caso del intento del alivio de dolor en las articulaciones hay circunstancias en las que pueden resultar aún menos deseosos, como es el embarazo, por ejemplo.
Eso por no hablar de los riesgos que conlleva la automedicación. Aunque hay fármacos aparentemente inofensivos, muy básicos y de amplio espectro, es posible que estos no sean adecuados para ti por como pueda responder tu organismo, por la patología que padezcas, etc.
Por último, recordar que si tu dolor es excesivo lo mejor que puedes hacer es acudir a un experto en medicina. Puede que este síntoma suponga algo de mayor gravedad y estés retrasando su diagnóstico por medicarte por tu cuenta.
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