- ¿En qué consiste el dolor en los tobillos y cómo identificarlo?
- Mejores productos para alivio del dolor de tobillo
- ¿Qué provoca los dolores en tobillos y cuáles son las causas qué lo originan?
- ¿Qué tipo de enfermedades pueden causar dolor en los tobillos y espinillas?
- ¿Cuáles son los síntomas y tipos de dolor que nos hacen pensar que tenemos una lesión en el tobillo?
- ¿Cómo podemos aliviar el dolor en los tobillos y piernas mediante terapias complementarias y no invasivas?
- ¿Cómo aplicar el método RICE paso a paso para reducir el dolor en los tobillos y pantorrillas?
- ¿Cómo prevenir futuros dolores de tobillos y piernas?
- ¿Por qué debemos evitar las pastillas e inyecciones para aliviar el dolor en la zona del tobillo?
¿Buscas alivio del dolor en los tobillos? Este dolor del empeine, los ataques punzantes en el hueso del pie y el resto de padecimientos que se sufren en esta zona, pueden tener causas muy diversas. Esto implica que las maneras de hacerlo desaparecer también lo sean, aunque podemos hacer mucho para mitigarlo.
Además, vamos a ayudarte a comprender mejor cómo se produce este dolor, cuáles son sus causas, cómo lo puedes identificar y prevenir, cómo actuar ante lesiones maleolares y mucho más.
¿En qué consiste el dolor en los tobillos y cómo identificarlo?
El dolor de tobillo puede ser tanto un síntoma de una patología aguda o crónica, como simplemente fruto de un sobreesfuerzo puntual. Se trata de una molestia que puede ser desde leve, hasta realmente intensa y grave en la zona inmediatamente superior al pie, donde se encuentran unas protuberancias óseas (el astrágalo y el maleolar) rodeadas de ligamentos. El dolor puede darse en los tejidos o, directamente, en los huesos de la articulación.
Identificar el dolor en el tobillo es sencillo porque este no se extiende a otras partes propensas al dolor. Las molestias se van a dar principalmente en los ligamentos que lo abrazan, es decir, alrededor del mismo, en el empeine y el talón. Es menos común, pero también posible, que por un problema en esta articulación te llegue a doler el resto del pie.
Si el dolor es óseo, vas a tener dificultad para articular el pie, incluso puede que al moverlos, los huesos suenen (crujan). Apoyarse sobre el pie también puede resultar difícil, impidiendo incluso el caminar. Una forma evidente de ver hasta dónde llega el problema es mediante la palpación.
El dolor de esta zona suele ser intenso si el problema es agudo y mucho más llevadero si se trata de algo crónico pero, evidentemente, siempre vas a notar molestias al tocar directamente el tobillo o sus alrededores. Tener los tobillos hinchados y enrojecidos son otra manera muy clara de identificar el problema.
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¿Qué provoca los dolores en tobillos y cuáles son las causas qué lo originan?
Hay muchísimos factores que pueden producir el dolor de astrágalo y de los ligamentos circundantes. En función de estos, será necesario buscar una solución adecuada según sea la circunstancia.
Por traumatismos, golpes y caídas
Evidentemente, un golpe directo, caerse y dejar el peso sobre el tobillo o que simplemente se golpee con algún elemento, la caída de un objeto sobre la zona, el talón o el empeine van a producir un dolor inmediato, lógico y, según la gravedad, más o menos dilatado en el tiempo. Los tejidos pueden descolocarse, las fibras romperse o, simplemente, que se dé un resentimiento en cualquier zona debido al impacto.
Siendo evidente la causa, y conociéndose que no se trata de un problema de gravedad, la solución puede ser sencilla, aplicándonos frío, y después calor, en la zona afectada.
Dolor al correr o al caminar
Podemos encontrarnos ante un síntoma de cantidad de problemas o enfermedades. El dolor al caminar es el más habitual si sufrimos de tobillos traumados. Obviamente, más intensidad notaremos al correr. En ambos casos, como decimos, el abanico de factores que lo provocan es inmenso, desde un esguince hasta bursitis, artritis, una sobrecarga, luxaciones, gota, una encapsulación, tirones por mantener una mala postura o hacer deporte sin calentar adecuadamente, etc.
En este caso, si no has sufrido recientemente un accidente, hay que investigar cuál es la causa que está detrás, más allá del hecho de andar o correr. Esto implica la visita a un experto (podólogo) que nos pueda diagnosticar adecuadamente el problema y, en función de ello, actuar como corresponda, siguiendo una rutina de ejercicios, manteniendo reposo, aplicándonos calor, con terapias de masaje, etc.
En reposo, al apoyar o al levantarse
Si estar en reposo te produce dolor maleolar seguramente debas acudir a un médico. Aunque las molestias son intensas en esta zona, no resultan habituales si no se produce movimiento; este es indicativo de que un problema importante está dándose. La visita a un hospital debe ser inmediata.
Cuando nos levantamos podemos hacernos daño por dos motivos: tenemos la zona bastante dañada y, en efecto, duele porque así debe ser o, bien, la zona está algo resentida y cuando nos quedamos fríos (sin moverla por un lapso de tiempo) sentimos el dolor más que cuando estamos activos (andando, estirando, haciendo ejercicios terapéuticos, etc). Este fenómeno se conoce como fascitis plantar.
Si sientes dolor cada vez que apoyas el pie estamos ante un caso de lesión muy focalizado. Lo más probable es que sufras en el escafoides o los ligamentos que lo cubren o en el talón. Las lesiones con un foco pequeño y claro suelen tratarse con una tobillera de compresión así como con frío y calor cuando les corresponda.
Dolor sin tener una torcedura
Pueden dolerte los tobillos sin haber sufrido una torcedura reciente por muchos motivos. Uno de ellos es que este dolor se haya vuelto crónico por una torcedura en el pasado que no ha sido curada correctamente. Otros casos pueden ser haber mantenido una mala postura, por una enfermedad cuyo síntoma sea el propio dolor articular, por habernos manipulado mal (por ejemplo, un masaje demasiado intenso).
Por tener sobrepeso o en el embarazo
Cargar con más peso del que los tobillos están capacitadas para soportar, hará que estas articulaciones deban realizar un sobreesfuerzo para conseguir mover el cuerpo. Cualquier sobreesfuerzo de nuestro organismo hará que las partes afectadas se resientan.
Lo principal es perder peso, o tus huesos se irán desgastando de manera irreversible. En el caso de estar embarazada, evidentemente, sólo nos queda esperar e intentar no ganar mucho peso durante el proceso. En ambos casos, llevar calzado cómodo, no usar calcetines apretados (los tobillos estarán hinchados) y sumergir los tobillos en agua caliente serán consejos muy funcionales y sencillos.
Por ejercicio y esfuerzos intensos
Como en el caso anterior, un sobreesfuerzo al movernos, como puede ocurrir fácilmente al hacer deporte o simplemente en algunas profesiones (trabajo en almacenes, en la construcción, etc), provocará un dolor causado por una tendinitis o fácilmente, por el simple hecho de estar forzando la zona más de lo habitual o más de lo que puede soportar (cuanto más ejercitada esté, más intensidad podremos aplicar en los ejercicios).
Primeramente, debes guardar reposo. Después, trabaja la zona como si de una torcedura se tratase, con frío tras la práctica del esfuerzo, reposo, comprimiendo moderadamente la zona y manteniéndola en alto cuando estemos descansando (aplicar el método RICE).
Si necesitas continuar con tus actividades diarias tendrás que realizar terapia de mantenimiento, de manera que tus tejidos y huesos no se resientan. Cuando vuelvas a entrenar con mayor intensidad, procura hacerlo con material deportivo, como el uso de una tobillera de compresión.
¿Qué tipo de enfermedades pueden causar dolor en los tobillos y espinillas?
Son muchas las enfermedades que tienen como síntoma claro el dolor maleolar, pasemos a ver algunas de las más comunes:
Artrosis u osteoartritis
Aunque no es habitual, la artrosis puede darse en el tobillo. Se trata del desgaste de la superficie articular del tobillo. Sin embargo, el movimiento queda igual de limitado o incluso más que si se padece artrosis de cadera o de rodilla.
El dolor se da en la garganta del pie, sintiendo presión y aumentando la dificultad para caminar y, con ello, el cansancio aparece antes de lo habitual, hasta el punto de no poder caminar cuando el desgaste de las articulaciones es muy acusado. La articulación también se vuelve rígida y se inflama. Puede ocurrir por secuelas de traumatismos anteriores, de osteocondritis y también por idiopática.
Requiere del uso de accesorios ortopédicos como plantillas. Lo ideal resulta ser la prevención, algunas recomendaciones son reducir el impacto articular usando ropa deportiva de compresión, practicando ejercicios menos intensos, realizando deportes como bicicleta o natación para mantener fuerza y movilidad, etc.
Artritis reactiva, psoriásica, séptica o reumatoide
La artritis resulta ser una enfermedad en la que se inflaman las articulaciones. Esto supone que el dolor en los tobillos sea el síntoma principal en sus diversos tipos. Otros síntomas son la pérdida de movilidad y, en casos más evidentes, la deformación ósea.
Esta dolencia se puede dar por diversos motivos, siendo también síntoma de otras enfermedades como la gota o la psoriasis o de infecciones. Habrá que buscar la enfermedad que la causa y tratarla para que el impacto de la artritis sea menor.
La artritis reumatoide, por su parte, es ocasionada por problemas autoinmunes, es la que puede llegar a ser más grave, tratándose, incluso, con inmunosupresores y corticoides. En general, es necesario trabajar sobre los propios síntomas (pues esta enfermedad tiene difícil solución), siendo, en el caso del dolor, el uso de calor y los ejercicios, los recursos más indicados.
Gota
Mención especial merece la gota, que es otro tipo de artritis, pero compleja y mucho más frecuente en un mayor grupo de individuos. Ocurre habitualmente por exceso de ácido úrico en el torrente sanguíneo, el cual puede venir dado por muchos motivos como el tipo de dieta, el padecimiento de obesidad, el uso de algunos fármacos, la propia edad, la existencia de traumatismos recientes, condicionantes genéticos etc.
Sus síntomas son, área caliente, hinchada y enrojecida, mucha sensibilidad (sensación de ardor) e intenso y repentino dolor articular. Aparece habitualmente en el dedo primero del pie (dedo gordo del pie) pero podemos verla en otras articulaciones como por supuesto, en el tobillo. Con el tiempo, la movilidad articular se va reduciendo.
Necesita tratamiento para que la articulación no degenere con los episodios dolorosos, que suelen ser cada vez más repetitivos. Reduce el ácido úrico de manera natural tomando vitamina C y café, reduce la toma de alcohol, bebidas con fructosa y las purinas en tu dieta y disfruta de sesiones de relajación (tanto mental como física) para paliar el dolor.
Bursitis
La bursa es la bolsa situada en las uniones de diferentes partes de nuestro cuerpo, incluyendo, por supuesto, la articulación del tobillo. Su función es facilitar el movimiento de las partes. La bursitis es la inflamación de esta estructura.
La bursa comienza a almacenar líquido articular y termina inflamándose. Además de modificarse, deja de aportar el líquido a las zonas que lo necesitan. La bursitis puede ser gotosa, reumatoide o venir dada a raíz de un traumatismo o de un movimiento de repetición.
La inflamación puede volverse visible cuando esta es de gran tamaño, afectando a todos los tejidos circundantes, incluida la dermis. La piel se enrojece. Otros síntomas son la rigidez articular y dolor tanto al movernos o tocarnos, como incluso estando en reposo.
Por suerte, los casos de bursitis diagnosticados con premura tienen una alta tasa de recuperación o de alta mejora. El descanso, el frío y la protección son esenciales. También pueden ser necesarios ejercicios fisioterapéuticos, el uso de ropa o accesorios especiales entre otras terapias complementarias.
Tendinitis del tendón de Aquiles
Esta enfermedad consiste en la hinchazón de los tendones del talón de Aquiles. Lo habitual es que venga dada por una lesión o simplemente tras la realización de un sobreesfuerzo. La edad también interviene, pues hace que los tejidos pierdan elasticidad (en este caso suele venir acompañada de tendinosis).
Por último, encontramos que la inflamación de los tendones del tobillo (tendón de Aquiles) puede ser síntoma de algunas enfermedades sistémicas como podría ser la artritis reumatoidea. El tendón se vuelve más sensible y se da dolor (en ocasiones este aparece sólo durante la noche), el cual aumenta con la actividad. Al despertar, sentimos rigidez en la zona.
El único tratamiento para la tendinitis es devolver el tejido a su estado habitual, así como reducir el dolor y la hinchazón. Descanso, crioterapia o termoterapia y ejercicios de fisioterapia harán que te recuperes rápidamente. Por supuesto, si la tendinitis tiene su origen en otro problema, este también debe ser tratado. Para que no se vuelva recurrente, evita los movimientos repetitivos, cálzate con calzado cómodo y pon especial atención en el calentamiento antes de realizar cualquier actividad física.
Osteocondritis disecante
En este caso, damos con una enfermedad articular bastante singular. El tobillo está diseñado de manera que un hueso queda por debajo de un cartílago. Si, por algún motivo, no les llega flujo sanguíneo suficiente, estos pierden su vitalidad. Si los cartílagos se desprenden, el dolor en el tobillo será muy fuerte y focalizado. Obviamente, la articulación verá reducido su movimiento.
Según el grado y la edad, puede desde sanarse por sí mismo hasta requerir de cirugía para retirar el fragmento cartilaginoso si se incrusta en algunas partes móviles. Puede terminar en artrosis.
Síndrome del túnel tarsiano
Conocido también como neuralgia del tibial posterior, es un cuadro de dolor justo en el tobillo y también en el pie. Este se acompaña de hormigueo y ardor al andar. En estado avanzado, los síntomas pueden sentirse también en reposo. Surge por comprimir el nervio enervante del talón y la planta del pie o bien por haberse producido una lesión (fracturas, inflamaciones circundantes constantes, hipotiroidismo, insuficiencias cardíaca o renal o incluso una mala postura).
Este no es un problema temporal y su curación no es sencilla. Se deben recibir inyecciones e incluso se llega a precisar cirugía. El uso de órtesis tanto para tratar la enfermedad como para mejorar la calidad de vida cuando no tiene solución es muy común. Para aliviar el dolor, terapias de contraste, aplicando de forma intercalada calor y frío.
Enfermedades degenerativas o crónicas
Existen varias enfermedades crónicas y degenerativas que tienen como efecto que nos duelan los tobillos. Como hemos visto, esto puede suceder por muchos motivos, no sólo por lesionarnos. Por supuesto, estas enfermedades pueden dar pie a ello a raíz de los propios efectos que van teniendo en nuestro organismo (problemas de flujo sanguíneo, inflamación de tejidos, falta de líquido sinovial y muchos otros).
Esguinces y fracturas
Estos no se consideran enfermedades como tal pero sí son patologías principales causantes, de hecho, del dolor en los tobillos. Se producen por accidente (caídas, golpes, sobreesfuerzos, etc) o por el normal uso de las articulaciones cuando están debilitadas o afectadas por otros problemas.
En estos casos, aplicar el método RICE en primer lugar (24-72 Horas) y continuar, cuando ya no nos encontremos en fase aguda, con termoterapia. Ante una fractura, además, se procederá a la inmovilización de la zona por parte de profesionales médicos, de manera que tu visita al hospital es obligatoria.
Si no hay problemas óseos, hay diferentes tipos de masajes que también servirán para relajar la zona, ablandar los tejidos, recolocarlos y mejorar la movilidad.
¿Cuáles son los síntomas y tipos de dolor que nos hacen pensar que tenemos una lesión en el tobillo?
Las lesiones en el tobillo se pueden descubrir muy fácilmente. Aunque, como hemos visto, el dolor maleolar puede darse por enfermedades, las lesiones son lo más evidente y conocer sus síntomas es tarea sencilla.
Tipos de síntomas más comunes
Veamos cuáles son los síntomas que ocurren de manera general cuando tenemos dolor en los tobillos:
- Dolor: El dolor por lesión es continuado, de mayor intensidad al andar demasiado y al levantarnos después de estar un tiempo inmóviles. Obviamente, dependerá del tipo de lesión y de la fase en la que se encuentre. Raramente se darán episodios intermitentes y repentinos (esto es propio de enfermedades neurológicas y otras como la gota) sino que el dolor será gradual y se mantendrá, más o menos intenso, en el tiempo mientras el esguince, la luxación o fractura se curan.
- Rigidez: La rigidez se da en lesiones si se producen, a raíz de ella, bursitis o tendinitis. De no ser el caso, una lesión convencional no debería ser causa de rigidez.
- Hinchazón: Evidentemente, la hinchazón acompañará al dolor en los tobillos cuando estos se lesionan. Esta es muy habitual hasta en los golpes más pequeños, de manera que lo raro sería no llegar a notar inflamación en la zona. Los tejidos y/o huesos, alterados, se inflaman tanto por golpearlos como por retorcerlos. Desgraciadamente, también es síntoma de muchos otros padecimientos, de manera que hay que revisar el resto de síntomas para ir descartando y realizar un diagnóstico correcto.
- Enrojecimiento: Acompaña a la hinchazón y se produce cuando esta es muy evidente, por calentamiento de la zona.
- Mayor temperatura: También es venido por la hinchazón de la zona, por recibir la agresión. Es muy poco común en otros problemas que no sean lesiones.
- Ardor: El ardor aparece de manera muy específica. Es síntoma de gota, pero también se da en el caso del síndrome del túnel tarso, el cual podríamos considerar una patología de lesión por repetición.
- Adormecimiento: Las fracturas provocan a menudo la pérdida de sensibilidad, la cual se vuelve peligrosa si no recibimos tratamiento.
- Entumecimiento: Este suele darse debido a que, lesionados, nos movemos menos. Es normal que nos cueste mover el pie, llegando a no sentir nada en un principio o bien notar hormigueo. Además, nuestros movimientos serán torpes hasta que este pase. En cualquier caso, recibir daño (cualquier lesión que nos hagamos) o comprimir los nervios, como sucede en el caso del síndrome del túnel tarsal, dan pie a que se dé este síntoma.
- Hematoma: Aparece habitualmente si hemos sufrido un esguince y se han visto afectados tejidos sobre los que descansan venas o arterias. Si el evento ha sido muy fuerte, la simple agresividad en la piel también puede causar, por tracción, moratones.
- Inestabilidad articular: Como en el caso anterior, es la modificación de los ligamentos del tobillo, dada por esguinces y otro tipo de actuaciones de torsión o aplastamiento, la que provocaría que se diese inestabilidad en la articulación. Los ligamentos no pueden cumplir su función de sujeción.
- Reducción de movimiento: Una lesión no es causa primaria de que nuestro movimiento articular se reduzca. Sí lo es si, por el dolor, somos nosotros quienes dejamos de movernos, deshabituando la zona, pero la capacidad la tenemos.
Tipos de síntomas según la zona
Ahora, definamos dónde, cómo y por qué aparecen los síntomas en las diferentes zonas que se relacionan con el tobillo:
- Parte interna: Si eres pronador, no sólo cualquier lesión sino la simple actividad puede hacer que sufras de dolor e inflamación en la cara interna del tobillo. Obviamente, una fractura de los huesos de la zona o una recolocación involuntaria de estos por un golpe hará que se inflame la zona, pudiendo quedar el astrágalo incluso disimulado. En esta zona se dará rigidez si lo que padeces es bursitis, pues la bursa retrocalcánea se encuentra en la cara interior del tobillo, detrás del astrágalo. Aunque pude tener otro origen, los traumatismos también producen esta enfermedad.
- Parte externa: En la zona exterior de tu tobillo se encuentra el maleolo de manera prominente. Por este motivo, es normal que reciba muchas agresiones y pueda resentirse, fisurarse e incluso fracturarse. Así, vamos a poder notar casi cualquiera de los síntomas de dolor de tobillos: dolor, hematoma, enrojecimiento, enorme inflamación, gran inestabilidad articular...
- Empeine del pie: El empeine, afectado por una lesión, sufrirá de dolor, inflamación, aumento de la temperatura, enrojecimiento, adormecimiento, entumecimiento y hematomas. Serán más evidentes si hemos sufrido la agresión también en esta zona además de en el propio tobillo pero aunque no sea el caso el empeine también sufre bastante ante una lesión maleolar.
- Talón: Los síntomas en el talón son poco comunes. Lo habitual es que sólo sintamos dolor, constante en los casos en los que este ha sufrido la agresión principal en la zona o temporal al movilizar. Este se resentirá si sufrimos de tendinitis en el tendón de Aquiles y en el caso de padecer el síndrome del túnel tarsiano, pues es el nervio que inerva el talón precisamente el causante de haberse lesionado o estar comprimido.
¿Cómo podemos aliviar el dolor en los tobillos y piernas mediante terapias complementarias y no invasivas?
Ya hemos visto que muchos de los factores causantes de que nos duelan los tobillos son enfermedades que precisan de un tratamiento propio. Nosotros te contamos, en este post, cómo aliviar el dolor en los tobillos, que sería una consecuencia o síntoma, utilizando terapias sencillas, no invasivas y efectivas para no tener que recurrir a fármacos.
Terapia de compresión
Esta terapia es poco común pues sólo resulta adecuada en pocos casos: padecimiento de enfermedades venosas, si el dolor maleolar se da por osteocondritis disecante, si se ha dado una distensión errada de los tejidos o si estos se deben recolocar y mantener.
Tras el diagnóstico se determina cómo debe ser la compresión, incluyendo cantidad de presión, zona a cubrir y tipo de material a utilizar. Generalmente se recurre a tobilleras de compresión y férulas flexibles.
Lo que se busca es que la zona se mantenga en el estado más neutro posible, sin movimientos exagerados que perjudiquen la curación. El uso de prendas de compresión son útiles para reducir la hinchazón y para mantener el tono.
Terapia de masaje
Los masajes se usan si el dolor sube a las piernas, también para tratar los tejidos del empeine, que pueden haberse atrofiado o distendido en exceso. Existen cuantiosos tipos de masaje, de manera que se optará por el más adecuado (según un experto) en cada caso concreto, según se encuentre la zona afectada y considerando los objetivos.
En cuanto a su realización, varía tanto como el tipo de masaje escogido, aunque se repiten una serie de movimientos. Los movimientos de masaje más habituales incluyen presión, deslizamiento, amasamiento, fricción, percusión, etc. Cada uno de ellos tiene unos beneficios, de manera que hay que saber bien cuáles escoger en cada sesión.
Terapia de acupresión
La acupresión consiste en presionar puntos del cuerpo que hacen de interruptor para tratar el dolor que sentimos en el tobillo.
Existen cinco puntos que sirven para tratar esta zona:
- Vesícula biliar 34 (picoteo 30 segundos)
- Estómago 44 (presión sostenida 60 segundos)
- Vejiga 60 (presión sostenida 60 segundos)
- Vejiga 62 (sobado digital 60 segundos)
- Estómago 41 (manipulación 300 segundos, incluyendo sobado y presión)
Se trabajan en el orden listado dos veces al día, siempre que nos encontremos en la fase aguda del dolor.
Termoterapia
Aplicaremos calor si nos duelen las piernas, los tobillos o los pies siempre que el dolor no sea agudo. Esto significa que, si acabamos de sufrir un golpe, una caída o tenemos cualquier lesión, debemos dejar pasar, al menos tres días, antes de recurrir a la termoterapia.
Después de las 72 horas ya sí es recomendable el uso de la terapia con calor. También lo será cuando el dolor sea crónico o venga dado por enfermedades como artrosis, gota y artritis en general, etc.
Escogemos un elemento de calor (preferiblemente un saco térmico para microondas) y lo colocamos sobre la zona dolorida. Esto lo podemos hacer durante 15-20 minutos cuando el dolor sea mayor. También podemos darnos baños calientes o acudir a baños de vapor o saunas. Nunca uses un elemento de calor que esté por encima de los 58º C.
Crioterapia
Por contra, podemos ponernos frío cuando sintamos dolor de tobillo, pie o pierna de manera inmediata a sufrir un traumatismo (darnos un golpe, caernos, luxar la zona, que nos caiga algo encima, etc). La baja temperatura adormecerá la zona al afectar al sistema nervioso y reducirá el caudal de sangre, tratando de evitar una inflamación excesiva y muy dolorosa. El frío es un analgésico ideal y 100% natural sin efectos secundarios.
Se debe poner frío (preferiblemente con una bolsa de gel fría) o hacer inmersiones del tobillo cuando el dolor sea agudo, es decir, en las siguientes horas a su padecimiento (en esta articulación los baños en piscina son un muy buen recurso).
Debemos vigilar los tiempos y no hacer uso de la crioterapia de manera recurrente, un máximo de 6 veces por día (si las sesiones son cortas) o de 4 si estas son más largas, nunca pasando los 25 minutos (10 minutos si la temperatura es muy baja o incluso 2 minutos si hablamos de inmersiones).
No nos ponemos frío si el dolor es crónico, recurrente o venido por otra enfermedad.
Terapia de frío y calor
Esta terapia se puede realizar si el dolor que sentimos viene dado por enfermedades reumáticas. Lo que se hace es abordar el dolor desde un doble punto. También es útil si padecemos de síndrome del túnel tarsiano, pues la terapia de contraste ayuda a sensibilizar el sistema nervioso.
Por último, también es aconsejada para limpiar los tejidos, por ejemplo, si sufrimos de edema o bursitis. Tenemos que exponer la zona a intervalos en minutos de calor y frío de forma alterna. Podemos hacerlo con inmersiones, en saunas de frío o calor o mediante contacto directo con sólidos como geles fríos, hielo envuelto, compresas, sacos térmicos etc.
Otras terapias alternativas efectivas
Algunas otras formas que tenemos de reducir el dolor articular en el tobillo son:
- Remedios naturales con uso de plantas: Tienes cuatro plantas básicas y muy efectivas para trabajar en el dolor maleolar. La árnica, en emplastes, baños de infusión o friegas, es el mejor antiinflamatorio tipo planta, además de poseer propiedades analgésicas. La consuelda se recomienda en los casos de bursitis y tendinitis. La gaulteria trabaja directamente sobre el dolor de origen neurálgico, dado si tenemos síndrome del túnel tarsal. Por último, el pimentero común es muy útil si sufrimos de inflamación articular o tendinitis. Reduce la inflamación y el dolor y ayuda a relajar la zona.
- Acupuntura: Se trabaja igual que la acupresión, pero en este caso no presionamos con los dedos sino que colocamos delgadas agujas en estos, que son las que causarán reacción directa en la zona dolorida. Según los puntos trabajados, se mejora la cicatrización y se reducen los tiempos de curación.
- Kinesioterapia: Esta terapia está especialmente indicada para patologías musculares, puede ayudarnos, en este caso, si hemos perdido rango de movimiento, pues los diferentes ejercicios nos ayudarán a ir recuperándolo y, en general, a mantener su funcionalidad. También será útil en los casos en los que se da rigidez en la articulación: bursitis, tendinitis, artrosis, etc.
- Osteopatía: Se aplicará si no existe fractura sino y precisamos de una mejora en la movilidad articular, que llegue más sangre a la zona o reducir la rigidez.
- Ultrasonido: Pensada para mejorar el confort en articulaciones resentidas por problemas recurrentes mediante el uso de ondas sonoras.
¿Cómo aplicar el método RICE paso a paso para reducir el dolor en los tobillos y pantorrillas?
El método RICE es muy conocido en el mundo deportivo y en la fisioterapia porque se recurre a él de manera primordial para comenzar a tratar muchas lesiones de manera efectiva, reduciendo dolor e inflamación. Tras este apareció el método PRICE, idéntico pero con un paso previo protector, que es el más recomendado.
- Protección: La protección incluye desde colocarnos en un lugar adecuado para aplicarnos el paso a paso hasta limpiar la zona y sujetarla adecuadamente con vendaje o torniquete.
- Descanso: Todas las lesiones requieren de un reposo más o menos relativo. A no ser que tengamos una fractura muy grave, no debemos detener del todo la actividad (podríamos sufrir rigidez), pero sí trataremos de no realizar esfuerzos, caminar despacio, apoyarnos adecuadamente y dedicar algunas horas al día a reposar como tal.
- Hielo: Para reducir la hinchazón y el dolor agudos de una lesión en el tobillo debemos aplicarnos frío. La crioterapia se puede realizar de forma repentina con un poco de hielo envuelto en un paño, aunque lo ideal es contar con elementos específicos para ello como bolsas de gel frío, compresas frías, etc. Se colocan sobre la zona durante unos minutos sin dejar de mover para no provocar efectos adversos.
- Compresión: Las tobilleras de compresión y un vendaje elástico en el tobillo servirán para mantener a raya la inflamación además de mantener los tejidos y huesos en su lugar, facilitando su recuperación.
- Elevación: Cuando estés reposando, procura que el tobillo se encuentre elevado por encima de tu corazón. Con ello, evitaremos un flujo sanguíneo muy elevado (favorece la hinchazón).
¿Cómo prevenir futuros dolores de tobillos y piernas?
Indudablemente, este no debe acompañarnos toda la vida. Hay muchas cosas que puedes hacer para aliviar el dolor en los tobillos, los pies e incluso las piernas antes de que este suceda. La prevención es la mejor curación.
- Calzado: Siempre que sea posible, apuesta por calzado cómodo. Para hacer deporte, compra zapato deportivo acorde a la actividad que realices, siempre blando y flexible y con capacidad de amortiguación.
- Prendas compresivas: Si practicas mucho deporte o el dolor ya es crónico, apuesta por las prendas compresivas, que dificultan la modificación de los huesos y tejidos, manteniéndolos en su lugar.
- Actividad física adecuada: Si estás sufriendo a menudo de este padecimiento, es posible que tu actividad deportiva sea incorrecta. Esto puede incluir tanto el tipo de ejercicios que realizas como su intensidad, que deberán ir adecuándose a los diferentes momentos en los que te encuentres, de acuerdo a tus capacidades. Asegúrate, también, de utilizar prendas y materiales adecuados para cada actividad.
- Preparación para la actividad: Otro punto es que, antes de hacer deporte, te prepares adecuadamente. Los estiramientos para calentar los músculos de la pierna y las rotaciones articulares para trabajar huesos y tejidos serán esenciales.
- Sobreesfuerzos: Detén toda actividad que suponga un esfuerzo de más para la zona. Cambia de postura, alterna actividades y, de necesitarlo, utiliza un punto de apoyo para liberar peso de los tobillos.
- Descanso: Trata de descansar la zona tanto de manera habitual si padeces dolor recurrente como de manera intermitente durante un esfuerzo continuado o incluso durante una marcha larga.
- Terapia de frío/calor: Estos nutren y limpian los tejidos, disminuyen el dolor focalizado y normalizan la plasticidad y la sensibilidad de los nervios. Aplicando calor y frío en inmersiones o con elementos terapéuticos de este tipo antes y después de actividades y también por placer conseguirás que la zona no se vicie y que se mantenga siempre en buen estado.
- Termoterapia: Si tienes propensión al dolor por secuelas o padecimiento de enfermedades, no dudes en disfrutar del calor de vez en cuando aplicándolo en el tobillo, el pie o la pierna o bien sumergiendo estos en agua caliente o exponiéndolos a vapor. Es reconfortante y permite que los tejidos se distiendan.
- Alimentación: Si se te suelen hinchar los tobillos, comienza por reducir el consumo de sal. Toma mucha proteína para mantener los tejidos nutridos y evita el sobrepeso para que no se resienta la articulación bebiendo mucha agua y evitando tomar grasas saturadas, productos procesados, etc.
- Ejercicios específicos: Los hay de fortalecimiento (si ya te has lesionado antes o padeces dolor a menudo), de preparación (al levantarnos o antes de realizar una actividad específica) y de mantenimiento (evitamos la debilidad y la rigidez). Son sencillos y, una vez concretados con un experto, puedes hacerlos en casa.
¿Por qué debemos evitar las pastillas e inyecciones para aliviar el dolor en la zona del tobillo?
El primer y principal motivo por el que esto no es una buena idea, es porque automedicarse puede resultar peligroso. Los fármacos ya de por sí pueden tener contraindicaciones que desconocemos, incluso los que aparentemente son más básicos.
Además, aunque no suframos de estos efectos, todo fármaco cuenta con efectos secundarios que seguramente sí vamos a sufrir a medio o largo plazo, además de los propios relacionados con la ingesta de los propios componentes.
Ya existen diferentes técnicas que nos van a ayudar cuantiosamente a reducir los dolores de tobillo sin necesitar de tomar químicos. Lo ideal es reservar los medicamentos para tratar la causa del dolor y no este en sí. Si te duelen mucho los tobillos, antes de nada, acude a un profesional médico que diagnostique tu problema, te derive a un especialista de ser necesario y que sea este quien te prescriba, según diagnóstico, un tratamiento personalizado.
Referencias
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