- ¿Qué es la terapia de compresión médica y en qué consiste?
- ¿Cuáles son los beneficios de utilizar la terapia compresiva?
- ¿En qué casos está recomendada utilizar la terapia de compresión?
- Clases de compresión médica y sus usos en fisioterapia
- ¿Cuáles son las ventajas de usar ropa y prendas de compresión en la práctica deportiva?
- F.A.Q: Preguntas frecuentes
La terapia de compresión, puede que desconocida como tal para muchos, es un recurso médico ampliamente utilizado. En ella se utilizan vendajes, mallas de compresión y otras prendas y existen variantes que puede que te resulten todavía más útiles, como la elastocompresión.
¿Quieres saber en qué consiste esta terapia, cómo de beneficiosa puede llegar a ser según patologías y enfermedades (hay varios grados o clases con recomendaciones diferentes) y cómo se relaciona con el deporte? Vamos a contártelo todo aquí para que tengas las mejores nociones médicas y sepas cuándo o por qué podrías necesitar de este recurso.
¿Qué es la terapia de compresión médica y en qué consiste?
Se trata de una actuación propia del sector médico que se vale de un elemento elástico, generalmente bandas multicapa o medias de compresión fuerte, para realizar presión en una zona determinada y que esta sea controlada. La finalidad es mejorar la velocidad de la circulación de la sangre y evitar el estancamiento gracias a la actuación de la compresión sobre las paredes venosas, lo cual supone otras muchas mejoras como que la pared vascular funcione correctamente, que se desinflamen las zonas afectadas o que el metabolismo de un tejido mejore.
Para que esta terapia surta efecto, requiere de su aplicación en una membrana semipermeable para que el agua pueda traspasar. Siendo así, es el tratamiento ideal tanto para reducir edemas como para curar úlceras, que son los objetivos más conocidos (aunque no los únicos, como ahora veremos).
Se busca crear una cantidad determinada de linfa, la cual depende de cuán permeable sea la pared capilar que estamos comprimiendo así de cómo sea el grado de presión hidrostática y oncótica (del volumen) sangre/tejido. Mucha diferencia hidrostática ayuda a la filtración; si es oncótica, provocará una reabsorción.
Lo anterior causa, sin quererlo, que se recreen condiciones que beneficien diferentes trastornos crónicos, aunque no sea su cometido principal. El funcionamiento está basado en un elemento matemático conocido como ecuación de Starling, formulada en el año 1896.
Esta indica que F=c(Pc-Pt)-(pic-pit), donde:
- F: Fuerza neta de filtración origen de la linfa.
- c: Coeficiente de filtración.
- Pc: Presión capilar.
- Pt: Presión del tejido.
- pic: Presión oncótica capilar.
- pit: Presión oncótica tisular.
Esta ecuación sirve para determinar el equilibrio que se da entre las distintas presiones de la zona. Sirva para que comprendamos cómo el plasma disolvente se desliza fuera del torrente sanguíneo. Por supuesto, su nombre le corresponde por el fisiólogo Ernest Starling, capaz de identificar que las soluciones salinas se absorben por la presión osmótica.
Su práctica data de hace cuantiosos siglos, quedando plasmado su uso en el tratamiento de edemas en primer lugar y para otros trastornos como linfáticos o venosos. Para las úlceras, que es donde más se conoce, es el tratamiento más antiguo conocido y se mantiene en vigencia como el más efectivo si no existen irregularidades arteriales.
En cuanto a lo que consiste la terapia compresiva es, básicamente, totalmente variable pues, más allá de comprimir la zona deseada, los métodos, grados, estilos, formas e incluso materiales difieren.
La esencia es, tras un diagnóstico y según el tipo de necesidad, se calcula cuánta compresión debemos ejercer en la zona afectada del paciente para reducir el malestar y tratar de mejorar su situación. También, por supuesto, se debe cuantificar la duración así como definir las diferentes observaciones a dar según cada caso.
Por supuesto, esto supone que, aunque pueda ser muy beneficiosa, también hay muchas formas en las que puede hacerse mal. Por ejemplo, podemos elegir el material o la prenda incorrecta, aplicar más o menos presión, que el tratamiento sea incompatible con otras patologías, que el paciente simplemente no tolere la acción compresiva etc. El resultado, de hecho, podría ser un empeoramiento del problema que nos ha llevado a decantarnos por la terapia compresiva. Es por ello que esta debe hacerse con mucho cuidado y contando con unos conocimientos suficientes.
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¿Cuáles son los beneficios de utilizar la terapia compresiva?
Aunque, reiteramos, esta terapia no está totalmente instaurada en nuestro país, lo cierto es que los efectos físicos positivos que ofrece la compresión de los tejidos es innegable, dándose a diferentes niveles.
En la circulación arterial
Respecto a la circulación arterial, aunque siempre debemos usar el sentido común, lo cierto es que no existen grados marcados de compresión. Como es lógico, buscaremos no impedir la afluencia arterial. En este caso, la compresión estará muy relacionada con la presión sistólica. Si esta es baja, la terapia de alta compresión se contraindica. Moviéndonos en cifras de entre 30 y 80 mmHg, para sistemas neumáticos intermitentes, podremos conseguir, entre otras cosas, que aumente el flujo arterial.
En el sistema venoso
Estando en pie, la presión venosa está a la par con el peso de la columna de pie a aurícula, entre los 80 y los 100 mmHg. Un paciente con válvulas idóneas reduce esta presión entre 10 y 20 mmHg. Cuando no se da el caso, la sangre se mueve hacia arriba y hacia abajo donde haya válvulas disfuncionales. Con el flujo retrógrado hace que haya menos caída de presión al andar. Este se va hacia los tejidos, produciendo el edema.
Cuando las venas con válvulas no idóneas se comprimen aumenta el flujo ortógrado, que se dirige al corazón. A la vez, se reduce el flujo venoso y el volumen de sangre local, que se redistribuye. También se consigue un muy buen drenaje del sistema venoso profundo. Con él aumenta a velocidad circulatoria, que se ve mejorada.
Un punto negativo en este caso es que la precarga cardíaca aumenta y, con ello, el gasto cardíaco. Si esto puede suponer un problema para el paciente por su historial médico, se debe evitar el vendaje bilateral en muslos especialmente.
Con un menor diámetro de las venas mayores, el flujo será más rápido (si el flujo arterial se mantiene). Por ejemplo, tumbados, con presiones que pasen los 10 mmHg reducimos la insuficiencia venosa, impidiendo la formación de trombos. De pie, por contra, necesitamos mucha más compresión (40 o 50 mmHg) si queremos mantener un efecto marcado en el flujo porque a presión va fluctuando.
En el tejido edematoso
Un edema es una acumulación de fluidos en el extravascular. Ocurre al producirse interacciones complejas con permeabilidad y gradientes como protagonistas. Al aplicar compresión se debería contrarrestar la pérdida de fluido capilar que se va dando. Esto es, la reducción de la fuga capilar desaparece. La presión local aumenta y se empuja líquido a las venas y vasos para ayudar en la reabsorción y, con ello, disminución del edema.
La medicina nuclear nos habla de que al comprimir perdemos más agua que proteína, aumentando la presión oncótica, reacumulando con facilidad los fluidos edematosos. En función de cuánta presión apliquemos y del vendaje, los volúmenes internos de vasos linfáticos, venas y arterias variarán.
La esencia es que los tejidos exteriores se comprimen más que los interiores, por disipación de la fuerza que la prenda de compresión ejerce, que se dispersa hacia los tejidos situados alrededor. La recreación de ciertas condiciones ayuda a curar trastornos mediante el uso de citocinas a altos y bajos niveles (antiinflamatorias y proinflamatorias).
En el sistema linfático
La insuficiencia venosa profunda post-trombo resulta en una reducción del transporte linfático subfascial, de manera que el sistema linfático deja de cumplir su función, que es retirar el fluido sobrante de los tejidos. Para mejorar este transporte se utilizan vendajes poco elásticos y también se aconseja el pasear. Eso sí, debemos indicar que un efecto que también se da es la reducción del transporte linfático prefascial.
También se consigue, con una compresión duradera, revertir los cambios morfológicos de los vasos que se hayan podido dar, como un extravasado o una fragmentación. Ojo porque la normalización de la función del sistema linfático repercute en la reducción de los edemas; como has podido ir leyendo, todo está relacionado.
En la microcirculación
Cuando realizas una terapia de compresión estás acelerando el flujo sanguíneo y ayudando a liberar leucocitos en el endotelio. Se reduce la filtración capilar y se consigue un aumento de la reabsorción por el aumento de la presión tisular. Puedes evitar la rigidez de las zonas lipodermatoscleróticas en las que dicha presión tisular llegase a ser demasiado elevada. El gradiente aumenta y la piel se ablanda.
También ayudamos en la curación de úlceras (y reducción del dolor) en tanto a que la compresión reduce el nivel de crecimiento endotelial vascular así como el del crecimiento tumoral vía reducción de citocina sérica.
¿En qué casos está recomendada utilizar la terapia de compresión?
Ya habrás podido deducir que la compresión de las partes de nuestro cuerpo se recomienda principalmente para problemas vasculares y de drenaje y movimiento de líquidos. Estos pueden ser muy variados, aunque los que más se valen de esta práctica son:
- Úlceras venosas: Las paredes venosas, dañadas, impiden que la sange retroceda al corazón de manera adecuada. A alta presión, resulta el método más efectivo para tratarlas.
- Edemas: Obviamente, el edema se forma a raíz de los problemas que hemos descrito antes, especialmente por el mal fluido venoso y porque nuestro sistema linfático sea deficiente. Si ambas situaciones son tratadas, estas tratando el edema tanto desde esos puntos como en sí mismo; ¡triple acción!
- Degeneración primaria de las válvulas de las venas de gran tamaño: Estas son las que comienzan el trayecto sanguíneo de manera que su buen estado es esencial.
- Lesiones post-trombóticas: Estas hacen que las válvulas de las venas mayores pierdan idoneidad, haciendo oscilar la sangre donde no existen válvulas.
- Propensión a los coágulos: Si se padece, el utilizar prendas compresivas habitual o periódicamente servirá para que, si tenemos un flujo lento o denso, tratemos de acelerarlo, consiguiendo con ello que no lleguen a formarse coágulos.
- Cicatrices: Estas, fruto de la úlceras, se generan más rápidamente con una compresión adecuada.
- Venas varicosas: Aparecen muy a menudo durante el embarazo por lo cambios fisionómicos de la mujer y se pueden disimular fácilmente.
- Insuficiencia cardiaca: El cambio de volumen por compresión da lugar al volumen sanguíneo, que lleva a una precarga cardiaca.
- Recurrencia: Si se han dado situaciones del tipo venoso-linfático y estos vuelven a aparecer, la compresión deberá usarse a modo preventivo.
- Mejora del tono muscular: No hace falta utilizar esta terapia de manera tan específica ni médica como para el tratamiento de lo anterior. No es una novedad para nadie que las prendas compresivas, de deporte y similares ayudan a, mejorando el riego sanguíneo, hacer lo propio con el tono. Además, la práctica deportiva con este tipo de compresiones supone una mayor seguridad a la hora de evitar desgarros, por ejemplo.
- Recuperación de lesiones: De manera similar a lo anterior, el mantenimiento de cada elemento en su lugar, abogando por su mejor funcionalidad (para esto hay que calcular, efectivamente, el nivel de compresión) hará que podamos recuperarnos antes y mejor de ciertos tipos de lesiones.
Clases de compresión médica y sus usos en fisioterapia
Como es comprensible, las diferentes patologías y circunstancias asociadas van a demandar que la terapia compresiva se personalice. No existe un único método de llevarla a cabo y, para comenzar, esta se divide en cuatro clases. Después, considerando otros elementos, podremos escoger tomar más, menos o diferentes medidas que se acomoden a la situación que vive el paciente.
Clase 1
Es la más simple y se puede realizar de manera ambulatoria, sin necesidad de diagnóstico médico. La compresión es ligera. Generalmente es preventiva o mejora un nivel de vida que podría verse afectado a posteriori. Se considera segura en prácticamente cualquier situación.
Esta se emplea en casos sencillos como:
- Prevención de trombosis, trombosis venosa o venas varicosas durante el embarazo.
- Ídem en el caso de pasar muchas horas en una misma postura.
- Reducción de cansancio en extremidades y pesadez.
- Venas varicosas de pequeño tamaño sin edema.
- Hinchazón ligera.
- Tratamiento postoperatorio de las venas varicosas (en este caso, evidentemente, la instrucción SÍ debe venir dada por el médico encargado de la cirugía).
La presión es la más baja, de entre 20 y 30 mmHg (los valores que damos son siempre considerando un tobillo).
Clase 2
En este caso, la terapia debe ser indicada por un médico tras diagnosis. Se sigue realizando de manera ambulatoria si se da el caso, tras consulta con tu médico de cabecera. La consideramos segura en la inmensa mayoría de situaciones, exceptuando si se dan problemas arteriales o se padecen o se han padecido trombos en cantidad de ocasiones.
Pasaríamos a condiciones de carácter medio como:
- Aparición de venas varicosas mayores estando encinta.
- Venas varicosas con edema de pequeño tamaño.
- Venas superficiales con postflebicia.
- Tratamiento postescleroterapia.
- Hinchazón recurrente.
- Postcicatrización de pequeñas úlceras.
- Mantenimiento del tono.
En este caso, la presión (a tobillo, recordemos), subiría de los 30 a los 40 mmHg. También se disponen algunas consideraciones extra si se dan situaciones como el padecimiento de aspectos cardiovasculares u otros.
Clase 3
De preferencia, esta deberá realizarse en una sala especializada, en un hospital. Se trata de una compresión intensa. La terapia de compresión a nivel 3 o de clase 3 debe llevarse a cabo cuando el especialista ya haya tratado problemas como los que enumeraremos a continuación.
Las situaciones en las que habrá que recurrir a la terapia compresiva de nivel 3 son:
- Varices de un tamaño considerable que incluyan edema.
- Al cicatrizar grandes úlceras.
- Con edemas postraumáticos.
- También con edemas linfáticos de carácter reversible.
- Debilidad venosa permanente.
Aquí, la presión la aumentaríamos moviéndonos entre los 40 y los 50 mmHg.
Clase 4
Por último, la clase 4 de terapia de compresión se aplicaría en los casos en los que no se viese la capacidad de actuar de otra manera. Esta debe realizarse por doctores en hospital.
Estos serían:
- Edemas linfáticos irreversibles.
- Síndromes postrombo severos.
- Lipoedemas.
Aquí alcanzaríamos hasta los 60 mmHg de presión.
¿Cuáles son las ventajas de usar ropa y prendas de compresión en la práctica deportiva?
La terapia compresiva puede ser beneficiosa, también, a la hora de realizar deporte, tanto durante la actividad como después. Aunque es una terapia médica enfocada en otros males, lo cierto es que sus beneficios son igualmente disfrutables en este ámbito. Nos encantaría que conocieses algunas de las prendas utilizadas en las terapias compresivas y su buen uso a la hora de hacer deporte.
Como es de imaginar, estas prendas se confeccionan con materiales capaces de mantener la forma y tersura de nuestro cuerpo mediante un nivel de compresión que, eso sí, no resulta rígido ni mucho menos. Primeramente se utilizaban en el sector médico. No fue hasta final de siglo que esta ropa se empezó a usar en el deporte, concretamente en el de élite. Esto se debe, por supuesto, a que se buscaba evitar posibles desgarros durante la práctica o desplazamientos al terminar.
Estas piezas de ropa quedan ceñidas al cuerpo para presionar los músculos, de manera que la circulación de la sangre se ve favorecida, llegando a aumentar hasta en un 40%. También ocurre lo propio con el reposo.
Las prendas de compresión son siempre recomendada en la práctica de deportes. Lo necesario es saber elegir bien cuál. Puedes buscar hasta el aumento del rendimiento en el entrenamiento de cada día hasta, por ejemplo, una rapidez en la recuperación y unos efectos visibles más evidentes que se consiguen gracias al incremento del bombeo de oxígeno.
Por supuesto, con ella, buscamos la prevención de una rotura muscular. También son adecuadas para evitar la vibración muscular e incluso articular según el efecto onda.
Como podrás imaginar, estas prendas difieren de los vendajes que vemos en los hospitales cuando se realiza una compresión siendo ya toda una pieza de ropa como tal vendida para ello. Hay, de hecho, varios tipos, como son:
- Medias de running.
- Cubre antebrazos.
- Gemeleras.
- Camisetas largas y cortas.
- Calcetín corto.
- Pantalón largo y corto.
Además, existen otras prendas para comprimir que no son específicamente deportivas sino médicas, como las medias de tricotado plano, la venda de protección, de corto estiramiento, multicomponente, de inmovilización o sostén parcial (parte rígida), de cierre velcro etc.
Lista de ventajas de las prendas compresivas para el deporte:
- Favorecimiento de la vasoconstricción refleja venosa.
- Recuperación rápida de los músculos cuando se dan grandes esfuerzos.
- Masaje de los músculos esqueléticos.
- Esto supone un mayor encaje con las zonas duras.
- Mantenimiento del calor corporal.
- Transformación del vapor en sudor, eliminándonos la incómoda e inadecuada humedad de la ecuación.
- La fatiga tarda más en aparecer.
- Se pueden dar mejores movimientos y más seguros, ideales para los estiramientos y para aquellas prácticas más arriesgadas.
- Facilitan en retorno intravenoso.
- Se corrige la postura.
- Los impactos son absorbidos y sufrimos menos por las vibraciones.
- La sangre circula más y mejor y se oxigena.
- Se drenan toxinas que se hayan ido acumulando.
- Se gana resistencia.
- Se dan menos rozaduras.
- Su buen uso mejora el rendimiento deportivo.
F.A.Q: Preguntas frecuentes
Referencias
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